Laura Carneros (Festival de Málaga)

Octubre de 2018, Sitges: los fans de Wismichu abandonan indignados la sala de cine donde se proyecta Bocadillo, la primera película de un youtuber español seleccionada en un festival de cine. Casi medio año después, la cita se repite en el Festival de Málaga: el Teatro Cervantes vuelve a estar repleto de seguidores que acuden fieles (o intrigados) la llamada de Ismael Prego, quien por fin presenta ese documental que justifica la insufrible película en bucle por la que fue crucificado.

Vosotros sois mi película, dirigida por Carlo Padial, recoge el proceso en que Wismichu y su equipo planean, ejecutan y recogen los pedazos de una película molotov, Bocadillo, realizada, únicamente, con el propósito de hacer tambalear los cimientos de la industria del cine y los esquemas de la propia audiencia. Desde dentro, con cariz kamikaze, Ismael Prego, junto a los también youtubers Joaquín Albero, David Cajal y María Rubio, sacrifican su reputación para cuestionar el papel de sus propios personajes dentro del gran negocio de los medios de comunicación. Un experimento sociológico cuyo alcance hubiera sido infinitamente menor de no ser por la popularidad de sus responsables. De hecho, del mismo modo que un director de cine desconocido tiene difícil acceso a las salas de exhibición, si la reflexión acerca del universo youtuber hubiese procedido del ámbito académico lo más probable es que hubiese pasado desapercibida. El valor de Vosotros sois mi película reside en la honestidad de la apuesta, un ambicioso proyecto de agitación cultural que invita a la reflexión urgente a través de una performance incómoda. Como el mismo Padial asegura, los medios de comunicación están narcotizados y son incapaces de reconocer o analizar qué está sucediendo. La broma, o la estafa, como muchos calificaron el evento, no es más que la sombra proyectada en la caverna. El mito de Platón sirve a Wismichu como soporte para justificar el daño ocasionado: vivimos engañados constantemente, limitados por la información que los medios o cualquier influencer nos lanzan como verdadera.

Bocadillo tan solo es un ejemplo de la manipulación a la que somos sometidos y que nos lleva a la acción de manera impulsiva. Sin embargo, ¿es necesario justificarlo todo? Otra vía paralela se plantea ante esta necesidad de enmendar la tremenda traición al público. Wismichu se preocupa, incluso bromea el día del estreno: “debemos darle un premio a la gente que se quede hasta el final”. Esa actitud en relación con la audiencia, propia de una nueva forma de comunicación con el público, aporta aún más claves sobre la exigencia, el precio de una relación tan directa que genera una reciprocidad con el espectador que hasta el momento no se daba. Es inimaginable que, por ejemplo, Gaspar Noé se plantease obsequiar a quien resista el visionado de sus películas. Sobre este aspecto el documental abre otro interrogante: ¿cuántas películas hacen que el público abandone la sala? ¿cuántas películas malas pasan por los festivales sin que se cuestione la profesionalidad del autor? Los prejuicios y la “youtubefobia” aparecen sin necesidad de mencionarla, como una sombra que siempre acompaña la figura del youtuber: periodistas, productores, críticos de cine y propios fans heridos en el orgullo ponen sobre la mesa unas reglas básicas de juego que han de ser respetadas. Sin embargo, pedir a un youtuber que actúe según los cauces establecidos es rogar a la lluvia que caiga de forma horizontal. Si realmente Ismael Prego hubiera hecho una película academicista complaciendo a medios y espectadores, el troleo hubiera sido aún mayor. Hay una doble actitud que se da de forma simultánea en cada uno de estos agentes que intervienen en la película: la fascinación y el rechazo por el mundo youtuber forman parte de un mismo sentimiento. Ese miedo y atracción fatal ante lo desconocido es puesto en evidencia en Vosotros sois mi película, un documental que es capaz de resucitar las voces de afectación que resonaron en Sitges y reafirmarse así en su teoría: seguir llorando por el bocadillo es quedarse en el interior de la caverna.

Tras la rueda de prensa, hablamos con el director, Carlo Padial.

Las ruedas de prensa de los festivales se caracterizan por el peloteo inicial entre periodistas y directores, pero en este caso se notaba la tensión en el ambiente… ¿Crees que hay más reticencia desde los medios de comunicación hacia Youtube y la idea del intrusismo que desde el propio cine?

Creo que cada vez que sucede algo nuevo hay miedo y escepticismo. Yo por ejemplo soy un loco absoluto de la música afroamericana, y cuando aparece el rap y el hip-hop es considerado ruido, basura. Hoy en día, la sociedad está contaminada por la cultura del hip-hop, que nace de los barrios más desfavorecidos, y sin embargo hasta hace poco nos hemos permitido decir que eso no era música de verdad. Siempre pasa, hasta que en un punto ya no puedes negarlo más. Creo que aquí pasa exactamente igual, creo que la irrupción de los youtubers ha sido tan súbita, tan importante, han creado algo tan nuevo que la primera reacción es de rechazo, especialmente en un momento en el que nos lo estamos cuestionando todo. Los medios tradicionales cada vez tienen más dificultades para subsistir, el cine tiene dificultades para llevar a la gente a las salas, los hábitos de consumo del espectador cada vez son más difíciles de prever. Y aparecen estos tíos de veintitantos, que ganan muchísimo dinero, hacen lo que les da la gana y nadie lo reconoce como algo culturalmente válido… Creo que simplemente el rechazo viene de la novedad.

Como has dicho, los medios parecen estar narcotizados y han olvidado su labor de cuestionar lo que sucede. Hoy en día, parece que tiene que ser alguien desde dentro quien lo haga. Tú que te dedicas especialmente al audiovisual, ¿sientes la responsabilidad de llamar a la reflexión?

No es tanto una responsabilidad como la necesidad de manifestar una inquietud. Me considero un loco del cine clásico, era una rata de filmoteca y me entusiasma especialmente el cine de los 30 y los 40. Pero estamos en 2019 y me parece extraño que sigamos repitiendo esos clichés y que sigamos entendiendo como cine solo aquello que ya está masticado y repetido, y que en las escuelas de cine enseñen, básicamente, trucos de profesionalidad que hacen que tu película parezca de verdad. A mí lo que me parece interesante de los youtubers, y que desde luego yo con mi actividad como realizador intento poner en práctica, es que tanto ellos como yo (pese a que ellos son mucho más jóvenes), estamos intentando encontrar qué es para nosotros grabar algo. Y eso no lo veo en el audiovisual convencional, que se dedica a repetir algo que ha funcionado. La gente a la que yo admiro, si estuviera activa hoy, no haría aquello por lo que yo los admiraba. Estarían haciendo algo en Youtube, porque lo de antes era un sistema irrespirable. No podrían pasar cinco años intentando encontrar financiación para algo que no saben muy bien lo que es. Esto es lo que refleja la película y desde luego ahí sí que muestro mi apoyo porque es también lo que yo vivo.

Me ha gustado mucho la metáfora que has utilizado refiriéndote a ellos como una banda de atracadores que van a tomar el cine por asalto. Para mí ese golpe tiene más que ver con recordar la esencia del cine, que está en experimentar y jugar con la creatividad, más que con imponer algo nuevo.

Totalmente, creo que a un creador de contenidos audiovisual tienes que pedirle que te mueva, y eso los youtubers lo hacen. ¿Con cuántas películas consigues estas riadas de gente enloquecida? ¿Cómo vas a negar eso? ¿Desde qué posición vas a hacerlo, desde la posición de películas que luego no consiguen distribución? Yo he hecho muchas de esas, como dice Isaki Lacuesta en el documental. Creo que cada vez se van a producir más estos diálogos, y es interesante que la película lo hiciera desde un estado de ánimo beligerante, eso lo tenía claro, y ya está bastante estudiado en la escaleta, que en todo momento hubieran ganchos de provocación para abrir todo este debate.

Creo que el documental es tanto para los “youtófobos” como para la gente que adora a los youtubers, porque hace reflexionar a ambos bandos. ¿Teníais un destinatario definido?

Más que tomar partido para mí era más interesante hacer una foto de ese momento de cambio y que cada uno obtenga lo que cada uno vea necesario. Hay una especie de antagonismo múltiple, coral, que la gente expresa desde todas las direcciones: desde Twitter, Youtube, los medios… Y a la vez de fascinación también. Eso me parece más interesante que tomar parte o editorializarlo demasiado. La película, en muchos ámbitos, es muy ambigua, no sabes muy bien qué pienso yo de esos fenómenos. Hay elementos que he puesto ahí que no sé muy bien qué significan del todo, como el reportero que sigue a Wismichu y lleva a sus hijos y luego no sabe muy bien qué quiere, y que me sirve para hablar de ese momento de desconcierto en el que estamos todos.

Ya que mencionas a esta figura, ¿sería como un alter ego?

Sí, además es Carlos de Diego, que es el tercer guionista de la película, y reportero. Me pareció interesante dejarlo hablar y a través de él mostrar otro ángulo, una mirada más distante.

Volviendo a lo que mencionaste antes al cine clásico, a mí todo esto me recuerda mucho a la Nouvelle Vague, a la actitud que tenían Truffaut o Godard, cuando presentaban sus películas y la gente decían que eran unos mamarrachos y unos estafadores. ¿Crees que del mismo modo los youtubers y creadores audiovisuales son el futuro real del cine?

Bueno, son el presente, pero lo somos todos. Por eso es bonito el título, “Vosotros sois mi película”. Una de las cosas que estoy intentando es encontrar qué es para mí el cine. Sería mucho más fácil hacer una comedia romántica al uso de esas que ya sabes cómo funcionan, llenarla de costumbrismos y de tópicos. Pero en vez de eso me parece más interesante atreverme a averiguar qué significa para mí montar una película, y yo mismo lo voy descubriendo sobre la marcha. Y ellos hacen lo mismo, cuando Ismael ha dicho antes “no sé hacia donde voy”, es muy interesante, nunca ha existido una realidad parecida. Yo me siento artífice de eso con otra posición y con otra edad.