Tras la adaptación de la novela de Patricia Highsmith, en Carol, el cineasta estadounidense Todd Haynes apuesta por la obra de Brian Selznick (autor de La invención de Hugo Cabret), Wonderstruck (“maravillado”, en español, aunque un más literal “golpeado por la maravilla”). A primera vista, podría parecer que ambos argumentos tienen poco que ver. El dueto romántico entre Carol y Therese en la primera, es sustituido aquí por una historia de peripecias infantiles, protagonizada por Ben (Oakes Fegley) y Rose (Millicent Simmonds). Sin embargo, Haynes mantiene ese interés por el melodrama, partiendo de lo formal (en este caso representado por el culto al objeto, a la estampa, al rostro –el de Julianne Moore, el de Michelle Williams–) para disponer, virtuoso y detallista, dos historias de infancia que no por transcurrir a 50 años de distancia dejan de ser íntimamente paralelas. Wonderstruck se despliega como uno de esos espacios que tanto fascinan a sus jóvenes protagonistas, a modo de “cine-aparador”. Componiéndose y reverberando una contra otro, como una bella y delicada partitura a tono con las piezas de Carter Burwell, a cargo de la expresiva banda sonora, las dos odiseas comparten esa particular y constante luz que solo se encuentra en la mirada de un niño. Júlia Gaitano

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