La última etapa de Abel Ferrara, antes de volcarse en el documental (con las recientes Alive in France o Piazza Vittorio) ha sido especialmente interesante y prolífica. Además de suponer un viraje notable en cuanto a preocupaciones personales expuestas en pantalla, transmite cierta inquietud, que no cansancio, a propósito de su propia existencia, mucho más allá de retratar otros (sub)mundos que era a lo que nos tenía acostumbrados. El ejemplo perfecto de esto es 4:44 Last Day on Earth, quizá una de las películas en la que queda más expuesto el Ferrara persona, por encima del Ferrara cineasta o el Ferrara francotirador, al que ya conocíamos de sobra. Estamos ante una historia apocalíptica, que gira alrededor del fin del mundo, pero que en realidad es una pieza de cámara en la que vemos a un hombre (Willem Dafoe, trasunto en pantalla del propio director) despedirse de la vida a través de actos cotidianos, gestos nada forzados y buscando sólo la necesidad de morir en paz consigo mismo y con lo que lo rodea. La necesidad de redención está siempre presente en la filmografía del director de Teniente corrupto, pero en esta ocasión no se expía a través de la violencia física, sino de la espiritualidad. Fernando Bernal

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