Es una película que mezcla géneros. Hay algo de Philippe Marlowe, algo de Julio Verne, algo de Tintin, algo de las películas del oeste o del cine negro. Es una especie de experimento para ver qué ocurre cuando pones todos esos géneros juntos y haces referencias a todos ellos”. Así presentó A Dragon Arrives! su director, Mani Haghighi, en el último Festival de Berlín, donde cerró la competición oficial. En su quinto largometraje, el cineasta parte de un esquema propio y típico del género negro –la investigación de la muerte de un preso político en el Irán de la década de los sesenta– para ir dinamitando los tópicos y lugares comunes hasta encontrar un híbrido entre realidad y ficción que se sustenta, con bastante energía, en su acercamiento constante al surrealismo. No es raro que Beckett o Ionesco sean dos referentes teatrales que Haghighi maneja a la hora de hablar del humor de una película que se aleja (esto es indudable) de la tendencia naturalista que se suele exportar al resto del mundo desde su país de origen. A Dragon Arrives! clausura el festival Filmadrid. FB

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