Dentro de la retrospectiva que se puede ver sobre esta cineasta y artista (expande su trabajo a pintura, escultura o fotografía) estadounidense, figura esencial del cine experimental y de vanguardia de las tres últimas décadas, debutó en 1990, la primera sesión reúne dos trabajos separados en el tiempo por más de quince años. Su programación conjunta sirve para entender la dimensión de su trabajo, y también -por esa separación temporal- para comprobar cómo ha asumido un compromiso estético e intelectual insobornable, sea cual sea el tema tomado como referente para cada pieza. En ambos casos, el paisaje es para Deborah Stratman (Washington, 1967) el elemento de estudio y de análisis: en la primera película el West Side de Chicago, un lugar que vive por/para las carreras de velocidad de coches; y, en el segundo, la cineasta indaga sensorialmente en un paisaje muy alejado, el de los campos de petroleo del sudeste de Texas. Si en la ciudad se aborda el tema de la pasión por el deporte (como seña de identificación frente al otro), cerca de la frontera se trata de ver cómo vertebran esta comunidad casi aislada el patriotismo exacerbado y el fanatismo religioso. FB

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