Justin Kerrigan logró con Generación Éxtasis (más conocida popularmente por su título original Human Traffic) el retrato definitivo de lo que se denominó durante la década de los noventa la ‘cultura de club’ y, por extensión, de los ‘club kids’, es decir, de sus verdaderos protagonistas. El director británico no quiere levantar acta documental –aunque de forma casi involuntaria, y a través de la ficción, lo termina haciendo– de un fenómeno que se articuló en torno a la música electrónica. Su objetivo es otro. Se trata más bien de un retrato generacional marcado por el hedonismo, las ganas de divertirse y el no mirar nunca atrás. Ni con ira ni sin ira. Una generación avocada a perderse, pero que por el camino ha decidido pasárselo bien. Hay cierta mirada cómplice y menos truculencia que en las aproximaciones que Larry Clark proponía en esos mismos años sobre el universo adolescente. Aquí hay éxtasis, raves y música de Mathew Herbert. Vista ahora, fuera de su contexto, sigue siendo una buena colección de imágenes en movimiento sobre una generación que no hizo la revolución porque tampoco lo pretendía. Fernando Bernal

Programación completa de La Casa Encendida