En El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, el cineasta autraliano Andrew Dominik (a quien la Filmoteca Española le dedica una retrospectiva) emprende la recapitulación de los últimos meses de la vida del asaltante de bancos más legendario del oeste americano. Una tarea marcada por una cierta esquizofrenia conceptual: afronta un trabajo basado en la desmitificación de la figura de James, pero a su vez ofrece un tratamiento fílmico que enfatiza el carácter épico del personaje. A la postre, la mejor cara de la película aflora en las numerosas secuencias de conversiones íntimas entre James (un imponente Brad Pitt) y Ford (un notable Casey Affleck) y en el tono moroso de la mayor parte del relato, que vibra como un poético réquiem fílmico. Manu Yáñez

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