Aunque tienda a ser considerada un Wilder menor, lo cierto es que no hay nada en ¡Bésame, tonto! que confirme esa argumentación. Estamos ante uno de los guiones (coescrito, como es habitual, por I.A.L. Diamond) más ácidos de la trayectoria del alemán. Una historia de intercambio de parejas (e identidades) que sorprende por la ausencia de moral o, al menos, el sacrificio de éste siempre en aras de la comedia. La trama es sencilla: Un famoso cantante y conquistador (Dean Martin) llega a un tranquilo pueblecito donde viven dos amigos: un fracasado profesor de piano (Peter Sellers) y el encargado de la gasolinera. El interés de Martin por la esposa del protagonista (una pletórica Kim Novak) propiciará un embrollo sexual tan curvilíneo en guión como directo a su destino en términos de puesta en escena. Profundamente sarcástica, la película suscitó un escándalo en el momento de su estreno y la posterior denuncia de la Liga de la decencia norteamericana que va a calificar el filme de «manifiestamente indecente y amoral». Tenían toda la razón. ER

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