En el centenario del nacimiento de Ingmar Bergman estamos recordando algunos de sus más memorables films. Es innegable que el cineasta sueco fue un gran retratista de mujeres, dejando tras de sí complejos y potentes personajes como esa revoltosa Mónica de Un verano con Mónica, la aparentemente complaciente Marianne de Secretos de un matrimonio y Saraband, o las misteriosamente ambiguas Elisabeth y Alma de Persona. Sin embargo, si alguno de sus retratos resulta verdaderamente perturbador es su estudio coral de las hermanas Agnes (Harriet Anderson), Karin (Ingrid Thulin) y Maria (Liv Ullman) y su criada Anna (Kari Sylwan) en Gritos y susurros. Los fundidos a rojo introducen al espectador en la doliente psique de estas mujeres, cada cual afectada por un tormento particular. Sven Nykvist, habitual director de fotografía del cineasta, explora las posibilidades del espacio único y recluido, en unas contundentes imágenes, bellísimas y terribles a la vez. En este film, Bergman explora las inevitables complicaciones que encierran las relaciones humanas a partir de temas tan crudos como la muerte, el sacrificio vano, la crueldad deliberada y la imposibilidad de amar. Júlia Gaitano

Ver Gritos y susurros en FILMIN