Si el maestro Howard Hawks arrancaba la década de los 30 con un clásico del cine negro (Scarface), lo daba por concluido con una de las comedias más magistrales de todos los tiempos. La fiera de mi niña es la comedia romántica que se acerca a la perfección todo el tiempo y que muchas ganas se muestra, simplemente, perfecta. Supera la prueba del Carbono 14 del paso del tiempo porque parece que se ha hecho el día anterior de cada visionado: sólo el blanco y negro y la presencia de sus actores protagonistas rebela su verdadera edad. Katharine Hepburn y Cary Grant interpretan a la pareja protagonista –una chica alocada que se come la vida a mordiscos y un investigador aburrido y estirado que no parece saber moder– condenada a entenderse entre réplicas, contra-réplicas y esa facilidad para desarrollar la comedia física de malentendidos y confusiones que bordaba como nadie el genial Howard Hawks. Fernando Bernal

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