De Gabe Klinger habíamos tenido noticias (muy buenas) hace unos años gracias a su documental Double Play (2013) en el que ‘enfrentaba’ los aparentemente alejados universos de Richard Linklater y James Benning hasta encontrar gratas convergencias cinematográficas entre ellos. Para su primer film de ficción, el cineasta brasileño apostó también por retratar a una pareja, en este caso dos enamorados (una chica francesa y un chico americano) que se encuentran en Oporto y viven un día de amor. Prescindiendo de la narración lineal –para lo que se acerca al modelo de ‘rompecabezas’ narrativo que tanto gusta desarrollar a Wong Kar Wai, aunque entre sus influencias también se encuentra Philippe Garrel– y saltando sin pudor entre diferentes formados (Súper 8, 16 y 35 mm), Klinger articula un dispositivo de ficción que se tiene que entender desde tres puntos de vista: el de ella, el de él y el común de la pareja. Además de hallazgos y esfuerzos estéticos, la película consigue captar la intimidad de la relación, instalándose en los puntos ciegos del romance fugaz. Mientras, de fondo, una ciudad tan apegada a la historia del cine portugués y mundial como Oporto se muestra perfecta para retratar la melancolía de un tiempo pasado. Ésta fue la última película del fallecido actor estadounidense Anton Yelchin. Fernando Bernal

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