Cuando en 1984 John Carpenter presentó Starman ya tenía en su filmografía algunos títulos claves para entender el devenir del género de terror en las últimas cuatro décadas, películas de culto como Halloween (1978), La niebla (1980) o La Cosa (1982), además de ese primer acercamiento al western (urbano en este caso) que es Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976). El rendimiento en taquilla de estos títulos le permitió rodar Starman, escapando en cierto modo de lo que se esperaba en este momento de este enorme cineasta. Carpenter entrega su película de extraterrestres, género que ya había abordado en su debut Darkstar (1974), y lo hace de una manera contenida hasta convertir la llegada de un alien a la tierra en una historia de amor, con alegato incluido a favor de la diferencia. Se sale, en cierto modo, del canon propio del director. Falta la acción, y esas dinámicas grupales tan propias del cineasta, a cambio tenemos momentos intimistas más ajenos a su universo. Luego firmaría Golpe en la pequeña china, y luego vendría la reivindicación por parte de la crítica europea… Sin estar entre sus grandes logros, siempre es agradable disfrutar con el placer artesanal del cine del maestro John Carpenter. Fernando Bernal

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