Fernando Bernal (Festival de San Sebastián)

El término “audition” hace referencia en esta película a la prueba que tienen que pasar los estudiantes frente a un tribunal para demostrar sus progresos. En esta ocasión se trata de un conservatorio de música, donde ejerce como profesora la protagonista de este largometraje, segundo trabajo de Ina Weisse, con el que concursa en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián. Más de diez años después de debutar con The Architect (2008), esta actriz y cineasta presenta un film basado en el incisivo retrato de una profesora de violín que dejó hace tiempo su carrera profesional en una orquesta. Un fascinante personaje al que da vida de una manera cautivadora Nina Hoss, conocida por sus intensos papeles en Barbara (2012) y Phoenix (2014), ambas dirigidas por Christian Petzold.

Esta profesora se encuentra ante el reto de preparar a un nuevo alumno (interpretado por el músico Ilja Monti), un adolescente con talento en el que encuentra un reflejo de sus propios comienzos. A pesar de esta premisa, The Audition no tiene nada que ver con películas que se centran en el proceso de aprendizaje y en las inevitables tensiones entre maestro y aprendiz –como podrían ser Whiplash (2014) de Damien Chazelle y La pianista de Michael Haneke–, porque Ina Weisse amplía su campo de visión también a las relaciones familiares de su protagonista con su marido y su hijo, también estudiante de violín. Lo que realmente le preocupa a la cineasta alemana es el retrato de una compleja transformación psicológica.

The Audition es una película de miradas. Ya desde la primera secuencia, la cineasta muestra primero un plano de unos jóvenes músicos sobre un escenario, para cortar y continuar con el contraplano del grupo de profesores que les están observando. En torno a ese juego de percepciones y juicios cruzados, Weisse construye un discurso visual sostenido sobre las miradas de los personajes. Una observación pausada y pautada por sutiles acercamientos de la cámara a los personajes, movimientos que complementan las escenas musicales. Y es que las obras clásicas que interpretan frente a la pantalla los personajes no son en ningún momento un punto y aparte, sino que vehiculan emociones y estados de ánimo.

Ina Weisse alterna las secuencias en el interior de la sala de ensayos, donde la profesora y su pupilo trabajan sobre una compleja pieza de Johann Sebastian Bach, con momentos de la vida cotidiana de la protagonista y su familia. En ambas situaciones, la tranquilidad se ve interrumpida por momentos desconcertantes, que se acercan incluso al terror, pero que en ningún momento empujan al film al desequilibrio. Las atmósferas en The Audition están saturadas, se percibe la tensión de una forma constante, pero en pocas ocasiones se exhibe de manera explícita. La sutileza del relato, la forma en la que va desvelando capas del personaje principal, es uno de los grandes aciertos de este drama, que acaba invitando a la protagonista a tener su propia audición. Es decir, a que sea ella la que supere la prueba de encontrar su lugar dentro de la partitura que le tiene reservada la vida.