Ezequiel Boetti

Después de codirigir El amor (primera parte) (con Alejandro Fadel, Santiago Mitre y Martín Mauregui) y Grande para la ciudad (con Andrés P. Estrada), este titulado por la FUC (Fundación Universidad del Cine, una de las principales canteras del cine argentino) debuta en el largometraje en solitario con la exploración de un intenso día en la vida de una joven pareja. El incendio tuvo su estreno mundial en la sección Panorama del Festival de Berlín de 2015 y se llevó el Premio de la Crítica en la pasada edición del D’A – Festival Internacional de Cinema D’Autor de Barcelona.

¿Cómo definirías El incendio?
El incendio es una película intensa y directa, una especie de policial de pareja que narra las que quizás sean las peores 24 horas en la vida de estos personajes. Creo que es una película con un guión sólido y plagado de detalles, con actuaciones sobresalientes y un ritmo incansable. Hay una tensión en el film que funciona muy bien, las escenas y cada uno de los elementos están concatenados de manera tal que cada uno se hila con el otro de forma clara, pero no obvia. Además, creo que es relativamente fácil sentirse identificado con algunas de las situaciones que les suceden a los personajes.

¿Qué desafíos se plantearon al hacerla?
Como director, el desafío inicial es sostener el deseo a lo largo del tiempo. Esta es la primera película con algo de presupuesto que dirijo y llevó algunos años concretarla. Pero el mayor reto fue el trabajo con los actores. Realmente no tenía mucha experiencia y fueron Pilar (Gamboa) y Juan (Barberini) quienes se entregaron por completo a un film que requería todo de ellos. Su generosidad y talento fueron claves tanto para lo agradable que fue la filmación como para el resultado del film. Además, tuve la posibilidad de probar muchas ideas de puesta en escena que tenía y que podían aplicarse a esta película. Por fortuna creo que esas ideas funcionaron.

El_incendio

¿Cómo fue el proceso de producción y con qué apoyos contaste?
El proceso de producción de la película arrancó en un restaurante peruano después de ver en el BAFICI grandes películas de grandes amigos, como El estudiante y Ostende. Hace un tiempo que no filmaba y tenía algunas ideas escritas; Andrés P. Estrada y Rodrigo Bermúdez me dijeron: “Vamos para adelante con esto”. Era 2011 y comencé a tener algunas reuniones con amigos directores que colaboraron con elementos de la historia. Finalmente, pude escribir un tratamiento de alrededor de cuatro páginas y algunas más con la historia de los personajes y su relación. Fernando Brom y Bárbara Francisco, que en ese momento eran socios en Pasto, se convirtieron en aliados incansables del film. Luego, Agustina Liendo se ofreció para trabajar en el guión y fue de las mejores cosas que le pasaron al proyecto, ella reinventó gran parte de la historia y el trabajo en conjunto fue excelente. Entonces comenzamos a analizar cómo presentarla al INCAA (Instituto Nacional del Cine Argentino), pero como el Instituto no reconoce los antecedentes de mis películas anteriores, esto fue complicado y frustrante. Fue cuando Bárbara y Fernando sumaron a Diego Dubcovsky, de BD Cine, y así parte del camino se hizo más fácil y pudimos contar con el apoyo necesario. De ahí en adelante todo se sucedió con rapidez, reescribimos parte del guión mientras ya estábamos buscando localizaciones, fui a ver muchas obras de teatro para completar el elenco, ensayamos con Pilar y Juan dos semanas antes de filmar, rodamos cuatro semanas y editamos otras cuatro. Comenzamos la preproducción en diciembre de 2013 y cinco meses después la película estaba terminada.

¿Cómo te defines como director? ¿Cuáles son tus principales referentes?
Definirme como director me parece una tarea complicadísima. Puedo decir que los amigos que trabajaron conmigo en la película (tengo la gran fortuna de trabajar con amigos que conozco desde hace 15 años) me dijeron que soy mejor persona mientras estoy filmando. También puedo decir que siento una energía inagotable y una felicidad inmensa a la hora de filmar. Estoy comenzando a darme cuenta de que me interesan las historias en las que la intensidad juega un rol importante, de que me gusta que las historias tengan tiempos acotados (un día, una semana) y de que prefiero no cortar si puedo contar todo en un mismo plano. Con respecto a los referentes, para El incendio fueron fundamentales cuatro películas, sobre todo por el tono de las actuaciones, la violencia, y las atmósferas opresivas: Una mujer bajo influencia, de John Cassavetes; Perros de paja, de Sam Peckinpah; Blue Valentine, de Derek Cianfrance; y Rosetta, de los hermanos Dardenne. Estos últimos, además, resultaron una gran referencia a la hora de pensar gran parte de la puesta en escena.