Negociador es una película pequeña: tres personajes, un escenario, y al mismo tiempo, es una película en la que cabe todo, enorme por su manejo certero del encuadre, el tiempo, y el cuerpo, la voz y el lenguaje como herramientas cómicas básicas. Toma no como punto de partida las negociaciones en 2005 entre un representante del gobierno español y la banda terrorista vasca ETA, pero expulsando los chistes del pequeño hotel francés en el que conviven los dos negociadores con la pareja de mediadores internacionales, la película prefiere trabajar sobre los tiempos, y los espacios, muertos, los equívocos, lo que se dice y lo que se oculta. Un trabajo de contención extremo en el que el humor se construye a partir del ridículo de lo cotidiano y los malentendidos comunicativos: Negociador bien podría haber convertido el sustantivo de su título en un verbo, negociar, o en un gerundio, negociando, porque el eje de la película es justamente el lenguaje como elemento de separación, barrera, frontera, obstáculo, en lugar de instrumento de comunicación.

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