En 1959 se estrenaron Los 400 golpes, Nazarín, Hiroshima mon amour o Un lugar en la cumbre. Todas ellas participaron en la sección oficial de Cannes de aquel año pero ninguna se llevó la Palma de Oro. Orfeo Negro, que también ganaría poco después el Óscar a mejor película extranjera, se convirtió por sorpresa en la primera película rodada íntegramente en Sudamérica (la producción figura, eso sí, como francesa) en conseguir tal honor. Marcel Camus adaptó el mito y lo trasladó a un Brasil contemporáneo, y ya desde la secuencia de créditos esta fractura se refleja con el uso primero de una imagen de fondo que muestra el detalle cincelado de unas figuras clásicas —con una música clásica acorde— para inmediatamente después de la aparición del título romper el mismo en pedazos y sustituir el audio por la samba y la imagen por un recorrido colorista por una favela. Las expectativas del espectador quedan así rotas pero las características sui generis de la adaptación del mito quedan marcadas desde el comienzo. Orfeo Negro, que ha influido en gente tan diversa como Basquiat o Barack Obama, hizo inmensamente popular el carnaval, la bossanova y la samba, y es hoy uno de los clásicos del cine latinoamericano por excelencia. ER

Ver Orfeo negro en Filmin