En esta, como en las anteriores películas de Sylvain George, el trabajo no es solo el de filmar aquellos gestos profundos de rebeldía, sino el de acompañarlos con las imágenes, para que estas formen también parte de ese cuerpo con el que enfrentarse a las estrategias de represión. El contexto internacional, que Vers Madrid dejaba en un aire de cierta esperanza, es claramente muy distinto: con el auge casi imparable de nuevas formas de fascismo, una crisis sorda y aparentemente soterrada que ha devaluado de una forma sin precedentes las condiciones de vida de la clase media, y unas oleadas migratorias que han demostrado la verdadera cara de nuestros gobernantes, poniendo a Europa frente a su propia imagen deformada y terrible. Donde Vers Madrid veía por tanto una cierta esperanza, un halo de cambio, Paris est une fête – Un film en 18 vagues, es claramente una película mucho más desgarrada: la palabra da paso a la violencia callejera, a una cámara que deambula, de forma casi sonámbula, fantasmal, por la oscuridad, en unas secuencias inéditas en el trabajo de Sylvain George, que convierten la propia película en un cuerpo azotado y perdido entre la deseperanza, la revolución y el insomnio, y que por otro lado, expanden del lengua de su cine en nuevas direcciones. GdPA

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