Josep Santcristòfol (Rotterdam)

Si hablamos de la materialidad del cine, pocos directores apuestan más en esa dirección que Niles Atallah, el director nacido en Estados Unidos pero de ascendencia chilena, que es donde actualmente reside y trabaja. Animalia Paradoxa es su tercer largometraje, una historia apocalíptica que lleva al límite sus experimentaciones sobre lo material, y que ha tenido su estreno mundial en la sección Harbour del Festival de Rotterdam. Animalia es una criatura con rasgos humanos que habita las ruinas de lo que parece un complejo industrial abandonado. Su forma de moverse es extraña –brusca y antinatural– y su día a día, muy repetitivo, consiste en buscar objetos para intercambiarlos con una extraña mano que irrumpe del agujero de una pared, intentar darse un baño con la escasa agua a la que puede acceder y evitar encontrarse con unas extrañas figuras apocalípticas que deambulan por ese mismo desolador espacio. Las variaciones en esta singular cotidianidad, los movimientos corporales de Animalia y el espacio ruinoso que habitan los personajes conforman los cimientos del film. Animalia Paradoxa es una obra orgánica e imprevisible, cine del cuerpo y el espacio, unas coordenadas que remiten a la obra del portugués Joao Pedro Rodrigues. Filmando en 16mm, el director llega incluso a sumergir en el océano algunos de los rollos de celuloide pertenecientes a una escena subacuática, para darle cierta textura y una mayor autenticidad a lo que se está mostrando.

Seguimos en la sección Harbour para hablar de Levante, debut en el largometraje de la directora brasileña Lillah Halla. La película trata de Sofía, una prometedora jugadora de vóley de 17 años que ve como sus sueños pueden desvanecerse cuando descubre que está embarazada. En Brasil, el aborto no solo es ilegal, sino que además es fuertemente perseguido, llegando a penas incluso de cárcel. Asimismo, Sofía descubrirá que el fundamentalismo religioso sigue fuertemente arraigado en la sociedad brasileña. En este contexto, la joven deberá recurrir a sus apoyos más cercanos, principalmente el de sus compañeras de equipo, que harán todo lo posible por ayudarla. Ayomi Domenica Días destaca especialmente en el papel protagonista, demostrando una gran capacidad –especialmente para una actriz debutante– para mostrar la dualidad de Sofía, vulnerable y sensible pero también valiente y atrevida. Levante es un espléndido drama queer sobre la necesidad de luchar contra las injusticias sociales a través de la sororidad.

Por su parte, Kiss Wagon, tercer largometraje del indio Midhun Murali, ha supuesto una de las grandes sorpresas de la sección Tiger. El film es una fascinante propuesta de animación de casi tres horas de duración. En su prólogo, descubrimos cómo el mundo ha perdido su color, dejando paso a una realidad gris de sombras y siluetas negras. En este contexto conoceremos a Isla, una mujer que un día recibe un extraño e inesperado paquete de parte de la hija del capitán de la policía gubernamental. Su misión a partir de ese momento será entregar ese heterodoxo paquete antes de que se celebre la festividad religiosa del Atqaba, aunque deberá descubrir ella misma a quién y por qué. Uno de los puntos fuertes de Kiss Wagon es su narrativa visual, con una animación de una imaginación desbordante que bebe de la larga tradición india del teatro de sombras, pero introduciendo multitud de capas experimentales que convierten a la película en una auténtica experiencia inmersiva. Quizás sus puntos más débiles vengan de inconsistencias narrativas –lo que no es de extrañar teniendo en cuenta su larga duración y su intricada historia–, pero esto no merma la relevancia de su apuesta por el thriller político, especialmente en el contexto indio actual, marcado por la inestabilidad sociopolítica y un fundamentalismo religioso cada vez más extendido.

Por último, cabe destacar el estreno mundial, en la sección Bright Future, de Historia de pastores, la ópera prima de Jaime Puertas Castillo, una obra de ciencia ficción fuertemente arraigada a la realidad del Altiplano granadino. Mari es estudiante de geología y becaria del museo municipal, donde hace sus prácticas a la vez que prepara su trabajo de final de carrera. Su avanza edad hace que la situación pudiera parecer extraña, pero en realidad no lo es tanto, al igual que sucede con la roca que hallan en un yacimiento arqueológico al principio de la película y cuyo origen es desconocido. El año es el 2027, demasiado cercano para que los cambios en la realidad sean notables, pero lo suficiente como para que un cierto aire de extrañeza recorra toda la película, que deambula siempre al borde de la irrupción de lo fantástico. Mari se encontrará con José, un pastor de ovejas que padece una extraña aflicción cutánea en el brazo, que los médicos creen que puede ser “culpa de las ondas del Wi-Fi”. La película irá tomando una dirección hacia lo contemplativo tras un arranque más explosivo, mostrándonos el día a día de unos personajes muy reales –el reparto está compuesto por actores no-profesionales a los que el director conoce perfectamente, y se nota–. Es así como el film se irá llenando de gestos locuaces y enigmáticos, conversaciones, temores, incertezas, creencias… Historia de pastores es un brillante debut que confirma el talento que Jaime Puertas ya había empezado a mostrar en el mediometraje Los parámos y que puede convertirse en una de las grandes sensaciones del cine español en 2024.