Página web del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao – ZINEBI 60.

MONROVIA, INDIANA. Frederick Wiseman. 143 minutos. Estados Unidos (2018). Beautiful Docs.

Desde Boxing Gym (2010) hasta Ex Libris: The New York Public Library (2017), la etapa “tardía” de la filmografía de Frederick Wiseman –seguramente, el más grande  documentalista estadounidense vivo– perfila el retrato de una América plétoricamente multicultural, en la que las instituciones garantizan la conservación del legado cultural y donde la ciudadanía participa activamente en la construcción de una identidad comunal. En relación a este fresco utópico, Monrovia, Indiana –el viaje de Wiseman a la América profunda y pueblerina– surge como una suerte de contrapunto escéptico. En los 143 minutos de este metódico y exhaustivo escaparate de estampas cotidianas, hay lugar para la cara más noble de la engrasada maquinaria social: los trabajadores públicos velan por la seguridad y bienestar de su gente, mientras las tradiciones (desde las charlas de cafetería a los pintorescos rituales de una logia masónica) mantienen ensamblada a la comunidad. Sin embargo, a medida que se acumulan las escenas, es posible ir divisando conductas y escenarios algo más siniestros: las vastas extensiones agrícolas son explotadas de manera industrial, los supermercados aparece atiborrados de comida procesada, el sobrepeso parece ser la norma y los animales sufren amputaciones por motivos puramente estéticos. Estos ácidos apuntes dibujan una realidad dominada por la sobreabundancia consumista y por un individualismo amable: la noción de “sostenibilidad” clama por su ausencia. Sin embargo, fiel a sus principios observacionales y a la confianza que siempre deposita en el espectador, Wiseman nunca adopta una postura recriminatoria: el maestro prefiere la sugerencia al manifiesto. Dotada de una ironía punzante y de un profundo respeto por sus personajes, Monrovia, Indiana permite imaginar cómo podría ser una distopía wisemaniana. Manu Yáñez

MEETING GORBACHEV. Werner Herzog y André Singer. 90 minutos. Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania (2018). Beautiful Docs.
En una larga entrevista, Werner Herzog y el codirector André Singer revisan la caída de la Unión Soviética y la carrera política de su último presidente, Mikhail Gorbachov. Con una actitud francamente amistosa y cordial, el autor de Fitzcarraldo y Grizzly Man traza una imagen laudatoria de quien impuso la perestroika y la última glasnost, decisiones que si bien han sido aplaudidas por Occidente, generan todavía controversia y debate en Rusia. Gorbachov logró terminar con la Guerra Fría y fue el impulsor de un desarme global, mejoró las relaciones con Occidente y propició la reunificación de Alemania, por lo que Herzog se muestra agradecido y extiende su agradecimiento a todo su país. El documental muestra al líder soviético como un visionario, que comprendió que con la decadencia de la Unión Soviética nada podría detener el cambio y las independencias de los distintos países que la conformaban. Esto motivó una crisis en el poder que culminó con la renuncia de Gorbachov al mismo tiempo que se disolvía la URSS, en 1991. Las respuestas del dirigente son lúcidas, profundamente incisivas. Por ello se echa de menos que nunca se refiera a la actualidad rusa, con una sola, fugaz mención de la figura de Putin. A la postre, este emotivo documental consigue entrelazar entrevistas e imágenes de archivo para terminar abordando aspectos de la vida privada y personal de quien fuera una de las figuras más relevantes de la segunda mitad del siglo XX. Josefina Sartora

TÓDALAS MULLERES QUE COÑEZO. Xiana do Teixeiro. 71 minutos. España (2018). Beautiful Docs.

El trabajo de la realizadora gallega Xiana do Teixeiro parte de una conversación con sus amigas, en la que registra experiencias verídicas que ponen de manifiesto una realidad alarmante, que sin embargo está comúnmente aceptada: todas las mujeres viven con miedo y perciben el acoso sexual como una amenaza diaria. La directora pone en marcha el film con el fragmento de una entrevista a Nina Simone, donde la cantante concluye que la libertad es vivir sin miedo. Curiosamente, este vídeo, con imágenes en color, contrasta con el blanco y negro que do Teixeiro escoge para registrar todo el material, como si tales temores privaran a las mujeres de vivir plenamente. Sin embargo, esta decisión formal tiene más que ver con cuestiones prácticas que con cualquier intencionalidad discursiva, pues la realizadora explicó durante un coloquio en el pasado Festival de Málaga que grabar en blanco y negro suponía menores problemas para el posterior etalonaje. El documental se divide en tres partes, y en las dos últimas la directora propone un diálogo entre diferentes generaciones tras la visualización del material filmado en la primera. Con ello, surgen diversos puntos de vista que hacen replantear lo expresado, como en el caso de la complicada labor de concienciar a las mujeres del peligro sin transmitir el germen del miedo. Según do Teixeiro, su intención es continuar generando conciencia a través del debate, con la proyección del documental en diferentes centros educativos, tal y como puede verse en la propia película. Laura Carneros

EL DÍA QUE RESISTÍA. Alessia Chiesa. 98 minutos. Argentina (2018). Zinebi First Film.

La ópera prima de Alessia Chiesa comienza con una diáfana, encantadora y lúdica mirada a la intimidad de tres hermanos en el ámbito bucólico de una casa de campo. Los niños juegan al escondite, bailan, se disfrazan, pintan, se lavan los dientes, interactúan con el perro Coco… Pura inocencia. Sin embargo, a los pocos minutos descubrimos algo inesperado: el padre y la madre no están en el lugar. Los dos más pequeños están al cuidado del mayor, que con apenas nueve años se encarga de cocinar, de prepar el baño y de contar cuentos para ir a dormir. Lo que el mayor lee a los pequeños es la clásica historia de Hansel y Gretel y algo de un perturbador cuento de hadas tiene El día que resistía, una enigmática película que se va enrareciendo a medida que avanza hasta volverse bastante ominosa. ¿Qué pasó con los adultos? ¿Dónde están? ¿Por qué los chicos están solos? Esa incógnita inicial envuelve el relato, mientras las condiciones de los niños y de la casa se va degradando de forma progresiva e inevitable.

Los paseos de los chicos por el bosque lindante, una tormenta, algunos signos de violencia pasada, secretos, mentiras, traiciones… Chiesa construye con ductilidad, sensibilidad e inteligencia los climas y sostiene la tensión a partir de la frescura de sus tres pequeños y expresivos no-actores en una película que remite por momentos a Nadie sabe, del japonés Kore-eda Hirokazu, y en otros a Nana, de la francesa Valerie Massadian. El dispositivo visual (que exalta la ligereza de las anécdotas diurnas y cierta tensión que se va percibiendo cuando se acerca la noche) sintoniza con las búsquedas dramáticas de una fascinante y luego angustiante película sobre la ausencia y las dinámicas infantiles en un micromundo que luce atemporal, alejado de lo urbano y, claro, del universo de los adultos. Diego Batlle