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EL FANTÁSTICO CASO DEL GOLEM | Burnin’ Percebes | España | 2023 | 95 min.

El fantástico caso del Golem, dirigida por el colectivo Burnin’ Percebes, que forman Juan González y Fernando Martínez, es, más que un soplo de aire fresco, un baño de sangre recién desparramada. Caracterizada por el habitual humor absurdo que gastan sus directores, la película mantiene el espíritu gamberro e innovador de trabajos como La reina de los lagartoso Searching for Meritxell. Eso sí, parece que la experimentación visual y la estética amateur ya forman parte de la historia de los Burnin’ Percebes, lo que, además de una evolución espiritual como realizadores (evolución no a mejor ni a peor, sino en cuanto a capacidad de probar lenguajes diferentes), denota que también hay mayor presupuesto. ¿Se puede considerar eso un signo de madurez? Quizá sí para quienes forman parte de un comité de selección oficial donde el riesgo siempre tiene que encajar, de algún modo, dentro de unos estándares.  

Esta rebeldía contenida en una estética muy pulcra y ochentera (Almodóvar, por muy obvia que parezca la referencia, se aparece como santo patrón) salva su viraje hacia la comedia pastel con dosis de irreverencia escatológica y humor desembarazado. La presencia de Brays Efe (Paquita Salas) como protagonista imprime a la película el sello particular del actor, cuya sola presencia parece aportar a su personaje, Juan, los rasgos de una generación infantilizada de la que nadie espera nada. Y es que Juan podría definirse como un joven hedonista declarado inepto (desde su niñez) por su propio padre. A la postre, pese a la temática fantástica y tono absurdo, la película consigue tomar tierra dada la universalidad de sus personajes, los cuales no son más que pobres fracasados que engañan la soledad con ídolos de barro. Laura Carneros

SOC VERTICAL PERÒ M’AGRADARIA SER HORITZONTALMaría Antón Cabot | España | 2021 | 39 min.

A partir de los textos de Sylvia Plath, Sóc vertical però m’agradaria ser horitzontal de María Antón Cabot, del colectivo lacasinegra, sigue a la escritora y poetisa estadounidense por escenarios de Benidorm, cuando abandona su casa vacacional y se topa con otra mujer profundamente arraigada al imaginario español contemporáneo: Belén Esteban. En 1956, Plath se acababa de casar con Ted Hughes. Todavía quedaba lejos la tumultuosa relación que la autora de La campana de cristal tendría con su marido. Y, de hecho, hay algo de placidez en los primeros pasajes de la película, una sensación que se desprende de las palabras de ella, que escuchamos y que reproducen algunas de las frases de las célebres cartas de Plath a su madre: “sentí, igual que Ted, que ese era nuestro lugar”.

Cuando la pareja de escritores estuvo en Benidorm, todavía no se había producido el boom del ladrillo que define la fisionomía actual de la ciudad valenciana. Cuando Plath sale a pasear, abandona su época y se topa de bruces con la nuestra, en la que relucen los altos edificios de la costa valenciana, y por la que transita una tal Belén, interpretada sutil y delicadamente por Ruth Gabriel. Así, Sóc vertical però m’agradaria ser horitzontal se asienta sobre el gesto radical de hermanar a estas dos figuras femeninas en un mismo encuadre, en un mismo plano temporal. Lo curioso es que la colisión que propone la película entre tiempos y personalidades acaba cediendo terreno a otra tensión, la que fulgura entre lo real y lo ficcional, en cuanto que el tono plácido del film contrasta con la fuerza arremolinada y torrencial de las vidas de Plath y Esteban. En este sentido, la crónica del encuentro entre estas dos mujeres acaba perfilándose como una suerte de trasfondo para el retrato de un lugar, Benidorm, que puede ser algo más que un símbolo del desarrollismo. Violeta Kovacsics

ALTERITATS | Alba Cros y Nora Haddad | España | 2022 | 91 min.

El documental Alteritats ofrece un retrato poliédrico de la identidad y orientación sexual a partir de testimonios de lesbianas. Dirigido por Alba Cros y Nora Haddad, Alteritats se centra en las historias de varias generaciones de homosexuales mediante las cuales es posible aproximarse a experiencias muy diferentes. Además de la orientación sexual, se suman otros factores, como la raza, el entorno familiar o el lugar de residencia, que influyen de manera muy particular en la visión de sus protagonistas, lo que en el documental dará lugar a reflexiones reveladoras. La propuesta combina planos fijos de entrevistas con el acompañamiento de estas mujeres (aunque algunas se identifican con género no binario) en su día a día, lo que amplia aún más la perspectiva al abarcar el área doméstica, laboral o de ocio. El toque poético lo aportan el prólogo y el epílogo, en el que las realizadoras combinan imágenes paisajísticas con un texto narrado en voz en off de tono lírico. Laura Carneros

UNICORNS | Àlex Lora | España | 2022 | 93 min.

En una línea similar, pero desde el drama, la protagonista de Unicornios, Isa (Greta Fernández), se enfrenta a una etapa de su vida inestable a nivel sentimental y económico. La película, dirigida por Àlex Lora, ofrece un retrato de una parte de la juventud que, aun proviniendo de familias acomodadas, encuentran problemas para desenvolverse por sí mismos. Por un lado, la combinación de múltiples frentes abiertos en la vida de Isa (trabajo, proyecto artístico, tesis doctoral), impiden que se centre, ya que, en principio, ninguna opción supone una garantía para ella. Se observa, por otro lado, que su personalidad cambiante tampoco ayuda. Una cualidad, quizá, consecuencia de esa permanente necesidad de adaptarse. En este sentido, uno de los interrogantes más interesantes que propone Unicornios es hasta qué punto la competitividad por mostrarnos como productos únicos ante el mercado capitalista (seres extraordinarios, como los unicornios) nos sumergen en unas dinámicas de trabajo volátiles que anteponen el éxito rápido y la visibilidad en redes sociales ante talento. Por otro lado, el abordaje a diferentes temáticas sin llegar a profundizar del todo en ellas (relaciones abiertas, feminismo, drogas, coqueteo con la prostitución…) acaba asfixiando al personaje en una red de excesos, sin llegar a dotarlo de una mayor complejidad. Laura Carneros

CASTELLS | Blanca Camell Galí | Francia, España | 2022 | 20 min.

Lara emerge del subsuelo a la bulliciosa superficie de Barcelona. Lo hace con una expresión en su rostro a medio camino entre la alegría, la curiosidad y el temor de quien se reencuentra con un lugar que en algún momento fue suyo. Lara monta las escaleras mecánicas que conectan la parada de “ferrocarrils” de Avinguda Tibidabo con la Plaza Kennedy, y la cámara decide seguirla, en travelling ascendente, hasta dar con uno de los elementos arquitectónicos distintivos de la zona alta de la ciudad condal: la Torre Andreu, también conocida como La Rotonda, un edificio modernista coronado por un templete-mirador en el que ocho columnas sostienen una aguja que rasga el cielo.

Minutos después, ya instalados en el núcleo del relato, se repite el movimiento ascendente, ahora para ver cómo se eleva uno de los castillos humanos que dan título al nuevo cortometraje de Blanca Camell Galí. Entre estas dos ascensiones, hallamos lo que realmente importa… y que podría pasar desapercibido: una caña, una copa de vino de la casa, una insinuación subida de tono, una metáfora romántica y alelada, las primeras luces matutinas después de una noche de sexo… Momentos pasajeros que Castells dota de una singular trascendencia.

Tras una ruptura amorosa en Roubaix (un pueblo francés “de casas iguales, en el que no sabes si esta es la calle de tu casa, o la de tu vecino”), Lara regresa al hogar: una Barcelona repleta de extranjeros, en la que consecuentemente es muy fácil sentirse extranjera. Al llegar, la protagonista topa con un mensaje en el que Boris, su expareja, invoca (en voz en off) una posible reconciliación. La respuesta a esta propuesta debería marcar el sino de la película, pero, como se ha apuntado, en el imaginario de Camell Galí (cuya vida y cine transcurren entre el “aquí y allá”, Barcelona y París) el camino vale tanto como el origen y el destino.

El camino que se perfila en Castells lleva a la protagonista de Barcelona a l’Arboç, un recorrido en tren que, gracias al traqueteo de los vagones y a la velocidad a la que pasa el paisaje, invita a Lara a abstraerse del mundo. Sobre este tapiz reflexivo, que trae a la memoria la reciente Tenéis que venir a verla de Jonás Trueba, Camell Galí concatena tiempos muertos y encuentros muy vivos, todos ellos amenizados por la presencia de la actriz Carla Linares, una de las presencias más relevantes en la nueva ola de cine español femenino. Personaje y actriz miran hacia atrás, hacia el horizonte, mientras nos sobra el tiempo para darnos cuenta de la rima cromática que formulan una chaqueta tejana y el azul resplandeciente del Mediterráneo.

La rima visual, aparentemente residual, da sentido al viaje, en cuanto que alumbra un instante de paz, de equilibrio, de armonía azulada y espiritual. El tratamiento de la imagen cala también en el retrato sosegado y al mismo tiempo vitalista de Lara, que necesita alejarse y volverse a acercar para encontrarse a sí misma. Dicho y hecho: mientras queda hipnotizada viendo cómo los castellers del pueblo de su padre van armando su obra, Lara se abre con un soliloquio interior sobre el acto de caer. Así es como la protagonista y la cineasta cuadran la ecuación de Castells: sin prisas, sin precipitar una conclusión, capturando y abrazando aquello que (indebidamente) podríamos pasar por alto. Víctor Esquirol