Hubo un tiempo en que las películas de Wim Wenders eran una ventana a esos otros mundos que habitan dentro de éste. El cielo sobre Berlín es, tal vez, el ejemplo más paradigmático: dos ángeles sobrevuelan de manera invisible las calles de Berlín, observando la vida de sus habitantes pero siendo incapaces de formar parte de todo aquello que los hace humanos. Los problemas comienzan cuando uno de ellos se enamora de una trapecista y decide que también quiere comer y sangrar, ver en colores el mundo (la juguetona fotografía de la película a cargo de Henri Alekan es siempre sepia cuando acompaña a los protagonistas). El tono poético de la cinta hizo que desde muy pronto fuese considerada un clásico del cine europeo y Wenders, que ganó el premio a la mejor dirección en el festival de Cannes de 1987, volvería seis años más tarde a los mismos personajes con su secuela Tan lejos, tan cerca. Vista hoy El cielo sobre Berlín no es, tal vez, la película redonda que pareció en su momento. No se atisban demasiado esas referencias marcadas en los títulos de crédito (“Dedicated to all the former angels, but especially to Yasujiro, François and Andrej”) y el tono de seriedad resta en ocasiones la posibilidad de anclar en el mundo real el conjunto. Pese a ello, ésta es una película donde Peter Falk hace de sí mismo haciendo de ángel. Endika Rey

Programación completa de la Filmoteca Española