Basada en la novela de Émile Zola de 1890 del mismo título, la película de Jean Renoir tiene algo del espíritu futurista, de esa fascinación por la máquina, el movimiento, la mecánica y la velocidad tan propia de algunas vanguardias de principios del siglo pasado: de estructura circular, la película se inaugura y se clausura con dos secuencias dedicadas al tren, y es en la estación donde se fraguará la relación esencial de la trama de la película: la relación entre el ingeniero de locomotoras Lantier (Jean Gabin), un hombre solitario marcado por el estigma de la locura reproducido en su familia, y Sévérine (Simone Simon), la mujer del jefe de estación Roubaud. Lantier, incapaz de reprimir su misoginia, solo es feliz mientras conduce su locomotora que cubre el trayecto desde Le Havre hasta París. GdPA

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