En Las brujas, el magnífico libro de Roald Dahl, el narrador comienza advirtiendo que “en los cuentos de hadas, las brujas llevan siempre unos sombreros negros ridículos y capas negras y van montadas en el palo de una escoba. Pero éste no es un cuento de hadas. Este trata de BRUJAS DE VERDAD.” Las brujas es una novela infantil que busca su público entre los niños, pero eso no implica que los niños hayan de ser ajenos a un mundo donde el terror pueda venir de la mano de la persona más inesperada. Nicolas Roeg, director de películas tan distintas (y tan apasionantes) como Amenaza en la sombra, Walkabout o El hombre que vino de las estrellas adapta aquí la novela de Dahl y ofrece precisamente esto: Si el cine generacional de los ochenta destacaba por algo era precisamente por una conjunción de cine infantil y de aventuras que no tenía miedo de introducirse del todo en el horror (y viceversa). Las brujas es una película absolutamente terrorífica donde los monstruos ocultan su verdadero rostro tras la máscara y castigan a aquellos que se interponen en su camino. Una película cuyo final feliz tan sólo es aparente porque por mucho que venzamos alguna batalla, la muerte siempre acecha a la vuelta de la esquina. ER

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