Partiendo de la estructura coral y literaria de Las mil y una noches, y alejándose del registro más documental del primer volumen de la trilogía del cineasta portugués Miguel Gomes, O desolado es un ejercicio de ficción que navega entre lo fantástico, lo popular, lo literario y lo fragmentario. Una película de entradas y salidas, bellamente imperfecta, y con la capacidad de detonar el humor y la reflexión política sin caer en lo banal. De todos los relatos en que se divide este segundo volumen, el que resuena con más fuerza en el interior de la película es el que tiene como protagonista un bloque entero de edificios en un barrio de las afueras de alguna ciudad portuguesa: un lugar empobrecido por las políticas de austeridad en el que se juntan, un piso encima del otro, uno al lado del otro, personajes muy diversos, que Gomes va enlazando a través de la figura del perro Dixie, reencarnación de un perro que vivió anteriormente en ese mismo bloque. Es ahí, cuando la película se vuelca definitivamente en lo coral y colectivo, cuando se empieza a comprender el anclaje profundo de esta película con una realidad que va más allá de lo cinematográfico, y que sin embargo encuentra en lo cinematográfico una manera de auto-expresión sublimada. GdPA

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