Padre, o tío al menos, de muchas cosas buenas que nos rodean ahora mismo (del documental etnográfico, del documental participativo, de la etnografía experimental, del documental alucinado, del cine-trance, del documental de ensayo), Moi, un noir es una de las películas más fascinantes de la carrera del científico francés Jean Rouch que reinventó, dinamitandolo, el cine documental, introduciendo la experiencia y la subjetividad de los retratados en la propia película, haciéndonos partícipes del artificio, de la invención, de la fantasía, del éxtasis, de la ficción y sobre todo, de la imposibilidad del documental como empresa científica. Jean-Luc Godard escribió sobre la película: “Yo, un negro es cinematográficamente menos perfecta que muchas otras películas actuales, lo que no impide que, en cuanto a intenciones, las vuelva a todas no solamente inútiles, sino lo que es peor: casi odiosas. Jean Rouch, de hecho, está en continuo progreso. Ha adivinado que el reportaje saca sus títulos de nobleza de ser en cierto modo la búsqueda de un grial que se llama puesta en escena (…) Al llamar a su película Yo, un negro, Jean Rouch, que es blanco como Rimbaud, declara también que yo es otro. Su película nos lega el “Ábrete sésamo” de la poesía”. GdPA

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