El espacio entre expositivo y audiovisual de La pared, en Tabakalera, recupera uno de los cortometrajes del autor francés Jean-Gabriel Périot, conocido por su experimentación política y su radical juego con el material de archivo, pero que en este caso se centra en los rostros del público asistente a un singular concierto: el de unos prisioneros de una carcel de Orleans que actúan desde dentro del recinto mientras que el público asiste desde fuera, tras los muros y las rejas. Como explicó el propio Périot: “La idea era un concierto dado por los detenidos para un público venido a escucharlos en el exterior: la facilidad del canto como medio de crear vínculos, de compartir, su capacidad de introducirse en nosotros y entre nosotros. Una de las prisioneras declaró que lo que a ella le gustaba de este proyecto era la posibilidad que les ofrecía de «presentarnos de otro modo que no sea como monstruos». Únicamente voces, lejos de esas imágenes tópicas que todos tenemos de los detenidos: el recluso peligroso que hay que poner al margen de la sociedad o el prisionero víctima de la injusticia de la justicia establecida. Únicamente voces de seres humanos capaces de transmitir emoción, fragilidad, belleza. Gracia. Yo no estoy de acuerdo con las solemnes declaraciones de intenciones sobre el arte, o mejor, sobre la cultura, como medio de crear lo posible, de compartir, de crear sentido, de hacer la vida más rica… La cultura es siempre, posiblemente, un instrumento de dominación; en el mejor de los casos apenas suaviza los daños. Sin embargo, ahí, en la cárcel, he sentido por primera vez, que haber venido a trabajar con los detenidos tenía un sentido: el del placer”. GdPA

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