Considerado por muchos como un simple buen guionista, o, a lo sumo, un director de comedia a la sombra de Ernst Lubitsch, lo cierto es que Billy Wilder demostró en ocasiones tener también un control excelente de la puesta en escena, y la construcción visual, y no solamente narrativa o puramente dramática-literaria. En su primera incursión en el terreno del cine negro, Wilder se basó en una novela de James M. Cain y contó con la colaboración en el guión del escritor Raymond Chandler, y con ella sentó las bases de gran parte de su prestigio. La reelaboración de los códigos del cine negro, trasladando la acción al aparentemente anodino marco de los barrios residenciales, la estructura narrativa, que anticipa la de Sunset Boulevard y el cambio de registro de sus protagonistas son los principales alicientes de una historia clásica de deseo y de muerte que esconde algunas secuencias magistrales, y un trabajo muy significativo con la luz como elemento metafórico y de construcción visual. GdPA

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