Tras su debacle como autor con la inefable My blueberry nights (2007), el cineasta hongkonés Wong Kar-wai, otrora estandarte de la cinefilia oficial durante muchos años, se tomó su tiempo para volver al cine, y lo hizo con The Grandmaster, un título alejado en apariencia del cine emocional-sensorial-poético con el que había labrado su prestigio, retomando además la tradición del cine de artes marciales tan propio del lejano oriente. Como ya dijimos en estas mismas páginas: “De algún modo el cine de artes marciales se encuentra a medio camino entre dos de los géneros cinematográficos occidentales clásicos: del western adopta ese carácter genérico donde respetando unas reglas muy concretas se habla siempre de un subtexto de civilizaciones y creencias diversas. Del musical, por otro lado, se recogen las historias de amor fou que adoptan la forma de una serie de medidas coreografías. The Grandmaster es, en palabras de Sergi Sánchez, “un «biopic» que no quiere serlo, es un «wuxia» a su pesar y es un melodrama muy orgulloso de sí mismo”. GdPA

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