El cuarto largometraje de la directora neoyorquina Karyn Kusama es una macabra exposición del daño psicológico que sufren quienes permanecen en el luto, resistiéndose a hacer frente a la ausencia. El film transcurre en el lapso de una noche, concretamente durante una velada donde dos padres que perdieron a su hijo volverán a verse, por primera vez, después de dos años, en la misma casa donde sucedió el incidente. Existen distintas formas de lidiar con la tragedia, sin embargo ambas víctimas han optado por no hablar de lo ocurrido. En el caso del protagonista, Will (Logan Marshall-Green) intenta rehacer su vida con su nueva novia sin exponerse demasiado. Mientras que Eden (Tammy Blanchard) ha tomado otra vía escabrosa: la de unirse a una secta llamada ‘The Invitation’. El espectador no tarda en darse cuenta de que el motivo de dicha cena, organizada por Eden y su nueva pareja, es convencer a los invitados para que se unan a esa comunidad, con la excusa de la conmemoración de la muerte del pequeño. Asimismo, el valor de la cinta radica en la capacidad de la autora para engañar al espectador, reservando la explosiva aparición del género hasta el final. Carlota Moseguí

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