La última película (hasta el momento) del colombiano Luis Ospina podía haber sido (literalmente) la última película del colombiano Luis Ospina. Lo que comenzó como una película sobre el Grupo de Cali, que convirtió la ciudad en un auténtico hervidero artístico y cultural durante unos efímeros años de gloria del pasado siglo, antes de verse arrollada por el desarrollo y la droga, mudó de forma obligada a una película que podía haber sido póstuma: “Es una película que comencé hace 4 años, pero cuando comencé a rodarla me puse muy, muy enfermo, con pérdidas de sangre, y resultó que tenía un cáncer bastante raro, un tumor de GIST en el duodeno, que no respondía a ningún tratamiento conocido. Así que durante un año me estuvieron tratando con quimioterapia, para después operarme. Y al día siguiente de la operación me falló el corazón: estuve al borde de la muerte durante tres semanas, tres semanas y media, en cuidados intensivos”, explicaba el propio Ospina en una entrevista con este crítico el pasado mes de abril. Una vez recuperado, Ospina culminó una película que es doblemente una película sobre (y alrededor de la muerte): sobre la muerte de todos los componentes de aquel grupo artístico, todos, o casi todos desaparecidos, y sobre la muerte del propio Ospina, que a punto estuvo de no poder terminar la película. Sesión presentada por el propio realizador. GdPA

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