La última secuencia de la esencial Noche y niebla, del francés Alain Resnais, mostraba las ruinas del horno crematorio de un campo de concentración nazi, en el que el ejército alemán había asesinado a miles de judíos, para elevar a la historia la pregunta de si seríamos capaces de olvidar algo semejante y repetirlo: “Con nuestra sincera mirada examinamos esas ruinas, como si el viejo monstruo yaciera bajo los escombros. Pretendemos llenar de nuevas esperanzas, como si las imágenes retrocedieran al pasado, como si fuésemos curados de una vez por todas, de la peste de los campos de concentración, como si de verdad creyésemos que esto ocurrió sólo en una época y en un solo país y que pasamos por alto las cosas que nos rodean y que hacemos oídos sordos al grito que no calla”. Aunque esté muy lejos de la altura cinematográfica de aquel trabajo de Resnais, el cortometraje Vidas en tránsito está animado por el mismo espíritu de revelar y desvelar los monstruos escondidos entre las ruinas. En este caso, el monstruo que ha despojado en República Dominicana a 200.000 personas de su identidad: inmigrantes haitianos, y sus hijos nacidos en Republica Dominicana que por culpa de una ley injusta y probablemente racista, han perdido todos sus derechos. El cortometraje irá seguido de un debate para explorar las causas de un hecho tan inaudito e inexplicable. GdPA

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