Antes de que Woody Allen entrara en fase de autocita y decidiera rodar una película en cualquier ciudad que se lo propusiera (y pagara convenientemente), y algo después de su fase “Bergman”, en la que el estadounidense cargó de seriedad para tratar los mismos temas que siempre había tratado con aparente ligereza, rodó algunas de sus mejores películas. Entre ellas está Acordes y desacuerdos, en la que vincula sus dos grandes pasiones: el jazz de los años veinte y treinta y el propio cine. La película sigue la historia de Emmet Ray, un talentoso guitarrista de jazz, apasionado por Django Reinhardt, que fuera de los escenarios se convierte en una figura insoportable. Cargado, como siempre, de algún tinte autobiográfico, la película funciona como un homenaje al jazz, y a esa época de la norteamerica en la que los sueños y la ligereza se truncaron con una crisis que marcaría para siempre al país. GdPA

Programación completa del Círculo de Bellas Artes.