Manu Yáñez (Festival Punto de Vista)

Cada vez es menos habitual hallar, en la programación de un festival de prestigio –y menos aún en su Sección Oficial–, una película que escapa a toda categorización, que no busca el favor del público o la crítica, que no se vanagloria de sintonizar con alguna corriente predominante o marginal del cine contemporáneo. Ese es justamente el espacio impopular y disidente en el que germina APOCALIPSIS 20 21 22 de Julius Richard, una película a medio camino entre el dietario-de-pandemia, el film de terror satánico, la meditación filosófica de corte trascendental, la home movie familiar, el aullido surrealista y tantos otros registros innombrables. Aunque se haría un flaco favor a la película si se la elevase a la categoría de artefacto indescifrable, de Objeto Fílmico No Identificado, ya que el torrente audiovisual que canaliza Richard tiene orígenes, compañeros de viaje y destinos posibles. Para empezar, vale la pena conjurar a una genealogía de cine español contracultural y vanguardista que iría desde los cataclismos privados de Iván Zulueta hasta los atmosféricos diarios íntimos de Andrés Duque. Del primero, Richard hereda la fe en la cualidad ignífuga de las imágenes confesionales; del segundo, la misteriosa capacidad de insuflar ternura a las situaciones más crudas y dolientes (de entre sus muchos pasajes turbadores, APOCALIPSIS 20 21 22 alcanza su cénit en el conmovedor retrato del acompañamiento que una familia ofrece a una mujer que agoniza).

Hay que tener un coraje particular para tomar al asalto los medios más innobles del vocabulario digital y construir una pieza de gran ambición estética y conceptual. Godard abrazó está posibilidad cuando descubrió proféticamente el valor plástico y político del video. Este camino de heterodoxia y transgresión perfila una terra incognita audiovisual que puede generar indigestión entre el público poco interesado en el cine experimental. Pero, al mismo tiempo, APOCALIPSIS 20 21 22 no deja de abrir nuevas vías para la imagen digital, de la articulación de un action painting pixelado al juego intertextual más irreverente e impensado. Filmando con su cámara la superficie de televisores y pantallas de cine, Richard hace convulsionar las imágenes de las películas familiares de Yasujirō Ozu, para luego hermanar un reportaje televisivo de la erupción volcánica de La Palma con el catastrofista imaginario de la serie de anime Neon Genesis Evangelion.

Vale la pena no olvidar que APOCALIPSIS 20 21 22 hace justicia a su título al sustentar su imaginario sobre imaginería religiosa y demoníaca: fachadas de iglesias, señales viarias con el “666”, hombres con cabeza de caballo (¿un guiño a los Rabbits de David Lynch?) y una referencia a Los contrabandistas de Moonfleet que conduce hacia otra de las hazañas fílmicas de Fritz Lang: la saga del Dr. Mabuse. No sería descabellado pensar que Richard incita al espectador a pensar en Mabuse mientras contempla imágenes de la familia real española, Angela Merkel y Felipe González, entre otras eminencias de la política europea. Y del infierno al paraíso, porque APOCALIPSIS 20 21 22 también explora el tema de la redención de la mano del padre del “cine trascendental”, Paul Schrader, que hace acto de presencia en una cita al memorable final de Posibilidad de escape, que era en realidad un homenaje a la clausura de Pickpocket de Robert Bresson. El film de Richard invoca la angustia en la que la pandemia y el confinamiento nos sumió a muchos, aunque también ofrece un espacio abierto para que el espectador pueda moverse con libertad entre imágenes e ideas. Este crítico, por ejemplo, tomó el rostro de Willem Dafoe en Posibilidad de escape y lo transportó hasta las últimas películas del maestro Abel Ferrara, quien lleva un tiempo configurando apocalipsis privados (4:44 Last Day on Earth), luminosos viacrucis (Tommaso) e indomables teorías del caos cinematográfico, como Sportin’ Life, una hermana gemela de APOCALIPSIS 20 21 22. Ante el curso de los acontecimientos planetarios, el film de Richard nos invita a mantener el espíritu crítico en alto y las compuertas afectivas abiertas. Una exhortación para tener muy en cuenta.