Albert Alcoz y Alberto Cabrera Bernal son dos nombres recurrentes e ineludibles en la escuálida escena de cine experimental en España, practicantes rigurosos y estudiosos de la tradición internacional, de la que España estuvo durante tantos años descolgada, y decididos militantes de los formatos analógicos, sobre los que vienen trabajando, en Super 8 y en 16 mm, incluso en 35 mm, desde hace casi una década. Sus trayectorias, muy distintas en la práctica fílmica, habían confluido ya en trabajos expositivos o performativos, y han terminado por cristalizar juntas en Angular, un proyecto de editora de DVD que viene a cubrir un espacio totalmente yermo en España: el de la difusión en formato doméstico, ya sea para consumo privado, ya sea para trabajo académico, de trabajos de cine experimental.

Después de una convocatoria pública para trabajos recientes, Alcoz y Cabrera Bernal han editado el Volumen 01 en una edición limitada y numerada, y totalmente manufacturada por ellos mismos, con trece trabajos de once artistas de todo el mundo, y un cuidado libro de acompañamiento. En la mejor tradición del DIY (do it yourself), de reivindicación del trabajo manual, el cuidado artesanal y el rigor estético, han sido ellos mismos quienes han diseñado el DVD de forma íntegra (tanto los menús como el libro que lo acompaña), y se han hecho cargo de todo el proceso de producción, enfundando los DVD en sus cajas, buscando la mejor manera de combinar libro y DVD sin caer en las ediciones tradicionales, y haciéndose cargo también de los envíos por correo. Hay algún eco en este empeño en romper con los procesos de producción industriales de la mítica Constellation Records, la casa editora de Goodspeed You! Black Emperor, fundada por el propio grupo, quienes durante muchos años fabricaban, enfundaban ellos mismos los DVD, e incluso firmaban y agradecían cada una de las compras por correo postal.

En realidad, esta forma de trabajo es totalmente coherente con las prácticas fílmicas previas de Alcoz y Cabrera, y con el cine que defienden desde Angular, y que pretenden difundir y hacer accesible: un cine generalmente casero (que no es lo mismo que pobre, o falto de rigor), manufacturado, con un fuerte vínculo con las tecnologías manuales frente a las digitales (aunque Angular admite y promueve también las prácticas cinematográficas en video, como signo ineludible de los tiempos), y con un fuerte componente de posicionamiento político frente a imposiciones industriales que arrinconan hasta hacerlas desaparecer prácticas cinematográficas que no se ajustan, o que enfrentan directamente, los presupuestos y los modos de hacer convencionales y hegemónicos. Como decían los propios Godspeed en una entrevista con The Guardian, y que bien podría aplicarse al trabajo de Angular, y casi de forma general a la práctica experimental en su conjunto: “You make music for the king and his court, or for the serfs outside the walls (Haces música para el rey y su corte, o la haces para los siervos tras los muros)”.

Tomonari_Nishikawa

©Tomonari Nishikawa

Esa coherencia formal en el proceso se refleja también en el contenido de este Volumen 01, cuidadosamente numerado y acompañado de un libro, en inglés y español, que aspira a ser algo más que el tradicional libreto, y para el que han convocado a diversas firmas internacionales, responsables de las pequeñas reseñas de cada uno de los trabajos seleccionados, además de incluir una entrevista con Marcos Ortega, responsable de la web Experimental Cinema, una de las mejores y más completas bases de datos y noticias sobre cine experimental, con la que reafirman su vocación entre educativa y de archivo, además de pensamiento y reflexión. Angular Volumen 01 no es solo una selección de películas (de las que hablaremos algo más abajo) sino un proyecto que busca radiografiar un momento de la creación experimental, y de todo aquello que la rodea, y ayudar a difundir y consolidar una practica cinematográfica que, casi por definición, es minoritaria y parece condenada a no llegar en condiciones adecuadas al público, al tiempo que practica la mirada analítica y reflexiva sobre el cine que promueve. De ahí la interesante combinación entre entrevista y reseñas, que pone sobre la mesa cuestiones como la visibilidad, la difusión, la construcción (o destrucción) de una comunidad en torno al cine, y la necesidad de reforzar y trabajar para establecer las vías adecuadas para la difusión, el estudio, el disfrute y el conocimiento de este tipo de cine.

Es por eso que este primer volumen de Angular (y deseamos que vengan muchos otros detrás) se antoja tan importante: no solo porque es una iniciativa inédita en España, sino porque aspira a llevar el cine experimental más allá de sus (escasas) salas tradicionales de difusión, como Xcentric en CCCB, CGAI en A Coruña o La Casa Encendida en Madrid, en un movimiento que aspira a ser de ida y vuelta: el conocimiento genera interés, de la misma forma que José Val del Omar afirmaba: “Matemáticas de Dios, cuanto más das, más tienes”. Lo que Cabrera Bernal y Alcoz han decidido compartir en este primer volumen es, como decíamos más arriba, una selección de once cineastas contemporáneos que dialogan, de forma más o menos obvia, con un nombre más clásico como el del canadiense Chris Gallagher, que cierra el volumen con su trabajo Seeing in the Rain (16 mm, 10 min., 1981, Canadá) como punto y final que impone una relectura retrospectiva a los trabajos contemporáneos. El cortometraje de Gallagher, un cuasi plano secuencia rodado en un día de lluvia, a través de los cristales frontales de un autobús, es un ejemplo de encuentro y dialogo entre lo real y la vertiente más estructural del cine experimental: es el ritmo de los limpiaparabrisas que atraviesan la imagen quien impone el ritmo de montaje, interrumpiendo ese plano secuencia, y creando un ritmo impuesto a lo real que desarma la sensación de realidad para poner el acento en lo importante: la manipulación filmica, la intervención del aparato cinematográfico, y la propia estructura del cine, sus herramientas, sus elementos físicos y lingüísticos, como protagonistas únicos y últimos del propio cine.

©Chris Gallagher

©Chris Gallagher

La selección de títulos de este Volumen 01 se hizo, según explican sus editores, en un intento de mostrar la riqueza y variedad de las expresiones experimentales contemporáneoeas, tanto en formatos (las obras seleccionadas van desde el Super 8 al video digital pasando por el 16 o el Super 16 mm), como en corrientes de trabajo. Sin embargo, casi todas ellas comparten esa mirada cuasi-estructural que impone el trabajo de Gallagher: un énfasis en las herramientas cinematográficas, en la descomposición del lenguaje hegemónico para trabajar sobre la superficie y las componentes puramente cinematográficos. Los trabajos de Scott Fitzpatrick, Wingdings Love Letter y Places With Meaning son quizás de los ejemplos más interesantes en ese viaje en busca de lo esencial y propio del cine, o al menos, de la negación de lo hegemónico: trabajando con película de 16 mm reciclada, y dos programas informáticos domésticos como el Microsoft Paint y el Microsoft Word, el artista canadiense imprimió con láser series de palabras usando las tipografías de Windows Wingdings y Webdings, que sustituyen las letras por dibujos y representaciones gráficas diversas. El resultado no solo es una oda a la cultura popular, y una reivindicación de lo feo como una postura casi política, sino también una negación completa del cine como herramienta de comunicación y dialogo: el lenguaje queda reducido aquí a una sucesión de palabras ininteligibles, poniendo de relieve que lo relevante es, a lo sumo, el propio medio. Que ambos trabajos estén realizados usando programas informáticos de uso hegemónico, pervirtiendo su sentido original, entronca con esa corriente del experimental que busca subvertir las formas de hacer tradicionales.

En una línea similar de cineastas-videastas que conocen la tradición experimental y dialogan con ella desde un punto de vista contemporáneo, está el trabajo de Blanca Rego Engram (optical sound #001), un trabajo que forma parte de una serie titulada “Esto no es una película”, que emula u homenajea obras clásicas del estructural, a través de una sucesión de frames blancos y negros, pero hecho, no en celuloide, sino con una aplicación de teléfono móvil llamada 8 mm, que emula el aspecto cinematográfico de las películas antiguas. Parte homenaje, parte ironía, el trabajo es puramente posmoderno, y reflexiona sobre cómo nos relacionamos con la tradición cinematográfica, por un lado, y cómo, por otro, añoramos el aspecto físico de los soportes analógicos, creando simulacros nostálgicos. Estos dos trabajos dan una buena muestra del enfoque contemporáneo con el que Angular se da a conocer: no se trata de reivindicar un cine experimental añejo per se, sino de entender la historia, dialogar sobre ella, y pensar cómo el cine experimental puede seguir reinventándose, ya sea a través de sus relecturas, en dialogo con sus fuentes, o explorando nuevas vías a través de nuevas herramientas digitales: al fin y al cabo, el cine experimental, fuertemente unido a sus herramientas técnicas, nunca podrá ser el mismo, o no debería, si cambian las tecnologías. Bienvenido seas, Angular.