As mil e uma noites concursará en la Sección Oficial del próximo Festival de Sevilla, que se celebra en la capital hispalense del 6 al 14 de noviembre.

As mil e uma noites – Volumen 1, o inquieto

Algunas preguntas de Manu Yáñez (Barcelona, 24 de octubre de 2015)

¿Cuánto cine cabe entre un prolongado travelling por los astilleros de Viana do Castelo y las notas del bolero Perfidia sobre fondo negro, imágenes con la que Miguel Gomes abre y cierra melancólicamente la primera parte de su trilogía sobre la depresión del Portugal contemporáneo? ¿Cuánta modernidad llega a invocar esta película en la que su director reconoce en pantalla su incapacidad para cumplir su doble objetivo: dar cuenta de una profunda crisis social y al mismo tiempo crear un mosaico de historias maravillosas? ¿Cuánta autoconsciencia posee una película en la que unos chicos presentan a sus personajes antes de poner en escena un melodrama romántico construido con mensajes de texto e imágenes de los bosques quemados de Resende; un episodio que recuerda a Aquele querido mes de agosto?

¿Qué relación existe entre un grupo de obreros que se resiste a perder su empleo, un exterminador de avispas, unos políticos inútiles, unos valientes nadadores y el equipo técnico de una película (As mil e uma noites) cuyo director (Miguel Gomes) se ha dado a la fuga? ¿Es Gomes quién cuenta los cuentos de As mil e uma noites, para contener la furia de sus técnicos, o es esa Sherezade que protagoniza el primer plano más bello del cine de los últimos años? ¿Cuántos narradores caben en esta película esquiva y fragmentaria que se hermana con los relatos medievales de Las mil y una noches, y en la que la voz en off de un gallo con alma de vidente cuenta la historia de una “pirómana celosa”? ¿Contiene este maremágnum de voces, esta película hablada, una reivindicación del valor del relato oral?

¿Qué lugar ocupan en As mil e uma noites lo factual, lo folclórico y lo mitológico? ¿Qué reglas o intuiciones utiliza Gomes para hibridar tonos (comedia y tragedia), entrecruzar registros (lo real y lo imaginario), y encabalgar narraciones (resulta casi imposible distinguir cuándo empiezan y terminan las historias del film)? ¿Qué demonios hace un emperador chino paseando por los campos del Portugal “de hace mil años”?

¿Es el episodio más abiertamente satírico de O inquieto –con políticos portugueses e inspectores de la Troika atormentados por unas erecciones imposibles de aliviar– el más flojo de esta primera entrega de la trilogía? ¿No resultaba mucho más satisfactorio el modo elegantemente irónico con el que, en su corto Redemption, Gomes aludía a la humanidad perdida de los máximos dirigentes de la Europa de los recortes y la austeridad? ¿Cuál es el motor principal de la comicidad que emana de O inquieto: los toques surrealistas, el sentido de la autoparodia, la delicadeza con la que Gomes mima la ingenuidad de su gente?

¿Por qué no llegamos a sentir que los desempleados de As mil e uma noites están reclamando nuestra compasión, pese a que narran en prolongados planos semi-frontales sus dramas personales? ¿Será por la entereza de sus testimonios, donde reluce una mezcla de indignación, resignación y, sobre todo, una genuina dignidad? ¿Será porque, lejos de formular un drama paternalista, Gomes construye un arca fabulística y vitalista que culmina, en el caso de O inquieto, con un extático final que me hizo pensar en el cine de Aki Kaurismaki?

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As mil e uma noites – Volume 2, o desolado

Algunos apuntes de Gonzalo de Pedro Amatria (Festival de Cannes, 19 de mayo 2015)

Llega quien esto firma al segundo volumen de la trilogía que el portugués Miguel Gomes presenta en la Quincena de Realizadores de Cannes con dos ruidos inevitables en la cabeza: uno es interno, fruto de la evidente limitación que supone ver una segunda parte sin haber podido ver la primera; el otro es externo, y corresponde a la ola crítica que había encumbrado la película ya antes de verla, y mucho más tras la proyección de la primera parte, As mil e uma noites – Volume 1, o inquieto. Así que el texto que sigue, breve, muy lejos de aspirar a ser una crítica, son solo unas notas tomadas al vuelo en diálogo con esos dos ruidos de fondo:

1. Miguel Gomes sale al escenario de la Quincena enarbolando una bandera del Benfica con la leyenda “Ganadores”, y una camiseta de Uncle Boonmee Who Can Recall his Pasts Lives, la película de Apichatpong Weerasethakul ganadora de la Palma de Oro en 2010. Una mezcla perfecta de lo que luego ofrecerá la película: referentes cinéfilos y cultura popular, mitos, leyendas, relatos breves, e inspiración fantástica, y el arte como aglutinador de voluntades colectivas.

2. Partiendo de la estructura coral y literaria de Las mil y una noches, y alejándose del registro más documental (según las crónicas) del primer volumen, O desolado es un ejercicio de ficción que navega entre lo fantástico, lo popular, lo literario y lo fragmentario. Una película de entradas y salidas, bellamente imperfecta, y con la capacidad de detonar el humor y la reflexión política sin caer en lo banal.

3. De todos los relatos en que se divide este segundo volumen, el que resuena con más fuerza en el interior de la película es el que tiene como protagonista un bloque entero de edificios en un barrio de las afueras de alguna ciudad portuguesa: un lugar empobrecido por las políticas de austeridad en el que se juntan, un piso encima del otro, uno al lado del otro, personajes muy diversos, que Gomes va enlazando a través de la figura del perro Dixie, reencarnación de un perro que vivió anteriormente en ese mismo bloque. Es ahí cuando la película se vuelca definitivamente en lo coral y colectivo, cuando se empieza a comprender el anclaje profundo de esta obra con una realidad que va más allá de lo cinematográfico, y que sin embargo encuentra en las imágenes una forma de auto-expresión sublimada.

4. Faltan por ver dos partes a quien esto escribe, la primera y la tercera (y no necesariamente por ese orden), pero parece claro que As mil e una noites es la película que el cine del sur de Europa necesitaba hacer, la película que podría haber sido española, italiana, griega, y que es portuguesa, quizás porque son ellos quienes mejor entienden el valor de la cultura, no como mercancía o industria, sino como expresión de un sentir colectivo, una identidad arrasada. Lo que apunta la película es ese doble sentimiento de un pueblo aniquilado, aplastado, humillado, que encuentra en la fantasía de un perro reencarnado, en el agujero por el que espiar el sexo de los vecinos, en la figura de un fuera de la ley, la vía para reencontrarse con su propia imagen y aquellos que habitan unos con otros.

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As mil e uma noites – Volumen 3, o encantado

Algunas conclusiones de Gonzalo de Pedro Amatria (21 de mayo de 2015)

Conforme han ido pasando los días, de forma agónica, por el Festival de Cannes, se ha ido clarificando la intención de Miguel Gomes, con la complicidad de la Quincena de Realizadores, a la hora de programar en días alternos, y no de un tirón, las tres partes de la película más ambiciosa, y al mismo tiempo más humilde, de todo el festival. Ese ir y venir entre el mundo y el relato, ese entrar y salir, replicaba de alguna manera una relación antigua y más natural entre las ficciones y el mundo. Como cuando éramos niños y los padres nos contaban cuentos a la hora de ir a dormir, integrando la ficción dentro de las rutinas, convirtiendo las fábulas en la despedida del día, y demostrando que las mentiras, los sueños y las historias no son sino capas posibles de lo real. Así, la película de Gomes se integró en lo real de este festival mastodóntico proponiendo un espacio para el sueño, la fábula y el juego. Un espacio que fue además el espacio de la crítica socio-política. Porque sí, esta película que trabaja por un mundo mejor forma parte del terreno del sueño, pero está anclada fuertemente en la tierra. Y retoma la idea central del libro en el que se inspira, Las mil y una noches: la ficción, seriada, dilatada, extendida en el tiempo, no como vía de escape, sino como caballo de batalla contra los peligros de lo real.

La tercera de las partes de este serial puede que sea la más desconcertante, y a la vez la más esperanzadora: precedida, como los tres volúmenes, por un texto que explica cómo todo un país, y sus habitantes, se vieron empobrecidos por las políticas de un gobierno privado de todo sentido de la justicia social, la película termina por centrarse en el retrato de un grupo de gente que dedica sus días a la cría de pájaros a los que entrenar en el canto. Recuperando antiguos cantos de pájaros, estos portugueses, probablemente desempleados, impelidos a una vida de miseria, encuentran una ocupación que no solo los salva de la desidia, sino que constituye un ejemplo de firmeza moral y ética en un país devastado: la belleza como salvación, la recuperación de una memoria a punto de desaparecer como vía para enfrentarse al futuro. Acaso sea eso lo que, en el fondo, esté proponiendo la trilogía entera de Miguel Gomes: un canto de pájaro antiguo para hacer un futuro mejor.