Indudablemente obra maestra de la comedia moderna, Atrapado en el tiempo es una de esas películas que adquieren la categoría de mito se las mire por donde se las mire: desde un aspecto popular, es indudablemente una de las mejores y más inteligentes películas de consumo producidas en los años noventa, pero es que además, desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, es un prodigio de la comedia costumbrista-surrealista, con un Bill Murray camino de convertirse en un mito que regaló una de las mejores lecciones de actuación a partir de la repetición ad infinitum de las mismas escenas, una y otra vez. Empleada en clases de guión hasta la profusión, la película es mucho más que una maquinaria perfecta de estructura: es una combinación inigualable de actuación, humor, y pulcritud en la puesta en escena al servicio de un producto de consumo y disfrute que ha demostrado ser mucho más que eso. GdPA

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