El documental Bitter Money, producción franco-china del director Wang Bing, muestra “una realidad que no gusta a las autoridades chinas”: un crudo retrato de las condiciones deplorables en las que viven muchos trabajadores de las grandes ciudades chinas y que es exportable a otros países. Uno de los asuntos que más aflora en la película es la obsesión por el dinero, algo que se ha convertido en el “principal valor” que mueve a los jóvenes, animados por las autoridades. Lo más complicado para Wang Bing fue “permanecer como un testigo distante” y fijar la cámara en escenas como la que protagoniza una mujer que es golpeada por su marido ante la indiferencia de los testigos. En medio de malas condiciones de vida y situaciones violentas y opresivas, sorprende la discreción con la que trabaja Bing, equipado con una pequeña cámara que nadie parece percibir como una amenaza. En las manos del documentalista, la cámara nunca se encuentra completamente estática, se percibe una actitud de respeto hacia el otro: acompaña, observa, incluso es invitada a seguir a los personajes, pero nunca los empuja o los hace retroceder. Renan Camilo

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