El jurado de la crítica del Festival de Sitges 2015 decidió darle el premio a la mejor película a este western que camina con paso firme hacia el horror. La película, premio también a la mejor dirección por parte del jurado oficial, fue sin duda una de las mejores obras en pasar por el certamen. Bone Tomahawk es un western de frontera entre dos terrenos y civilizaciones, pero también entre dos géneros que se acaban cruzando y transforman la ópera prima de S. Craig Zahler en un curioso híbrido: el western como terror y el terror como western. Bone Tomahawk no es un western clásico porque es absolutamente consciente del recorrido previo, pero tampoco es crepuscular porque sabe que queda mucho camino por delante. Más allá de ritualizar en imágenes un bautismo o un entierro del género, la película celebra la aparición de una nueva forma, una que toma los aledaños como centro y la frontera como punto de partida. Así, los rastros en forma de piedras señalan un camino de ida pero no el de vuelta porque como todo buen western sabe, por encima del género, aquí lo que más importa es el horizonte. ER

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