En ocasiones, el emplazamiento donde una película se estrena determina (injustamente) parte de su carrera posterior. Caníbal, que venía de un exitoso primer pase en el festival de cine de Toronto de 2013, llegó a la sección oficial del Festival de San Sebastián como la gran esperanza del cine español del año. Su camino parecía repetir paso a paso el de aquella Blancanieves del año anterior, pero cuando el público y la crítica donostiarra se encontraron con la película las expectativas no fueron cubiertas y un adjetivo se repitió continuamente en las crónicas: fría. Lo cierto es que la película de Manuel Martín Cuenca es, efectivamente, fría, pero eso no tiene por qué ser una pega como tal porque Caníbal no pretende en ningún momento emocionar ni mover al espectador en la butaca: sólo quiere que mire. Se trata de una película tal vez pulcra y esteta en exceso —sobre todo teniendo en cuenta que parte de un contenido sucio e incómodo— pero también de una que es tremendamente poderosa cuando abraza sin complejos el terror. Tal vez el problema que la mayoría de los asistentes a Donosti tuvieron con Caníbal fuese, precisamente, que no estuviesen viendo la película… en Sitges. Bilbao Arte ofrece la oportunidad de revisitar una película mucho más interesante de lo que se dijo en su momento. ER

Programación completa de Bilbao Arte.