La gran representante del cine indie alemán, Doris Dörrie, disputó por el Oso de Oro de la Berlinale de 2008 con un drama doméstico, sobre la belleza efímera de la mundanidad, que se ha convertido en su mejor película hasta la fecha. Cerezos en flor relata la historia de un matrimonio destinado a terminarse; pues, lo forman un enfermo terminal (Elmar Wepper), y su mujer (Hannelore Elsner), que mientras se ocupa de éste fallecerá repentinamente. El film está dividido en dos partes –o dos elegías– que detallan la experiencia del luto desde dos perspectivas distintas. En primer lugar, la depresión silenciosa de la esposa, que aguarda la muerte anunciada de su marido y, por ende, proyecta su duelo antes del fallecimiento del ser querido. Y, por el otro, la visión del viudo; quien emprenderá una peregrinación redentora hacia Japón, para cumplir la última voluntad de la difunta. Asimismo, el segundo capítulo –claramente superior al primero– es una suerte de acercamiento a la cultura nipona desde una tosca mirada germana.

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