El Instituto Italiano de Barcelona homenajea al director Ermanno Olmi con la proyección de Cien clavos, uno de sus últimos trabajos. En la película asistimos al retrato de un joven profesor de filosofía que decide abandonar su puesto en la Universidad de Bolonia para marcharse a vivir a un viejo edificio, situado en un tranquilo pueblecito a orillas del río Po. Allí, el protagonista comete el sacrilegio de mutilar parte de los libros de una biblioteca y Olmi contribuye, con esta trama mínima, a ideas que también pueden encontrarse en su filmografía previa: la búsqueda de la identidad alejándose de la urbe, la supervivencia a través de la reflexión espiritual, una necesidad por un equilibrio basado en la convivencia, etc…. La cinta, que estuvo nominada a ocho premios David Di Donatello, no llega a la altura de otras de las películas del realizador bergamasco (uno de esos escasos cineastas que tienen el honor de haber ganado tanto la Palma de Oro en Cannes —con El árbol de los zuecos— como el León de Oro en Venecia —con La leyenda del santo bebedor—) pero es, no obstante, una interesante reflexión sobre la conversión de la espiritualidad en utilidad y la farsa de la felicidad. ER

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