Página web del Festival de Sitges.

HIGH-RISE. Ben Wheatley. 112 minutos. Reino Unido (2015). Con Tom Hiddleston, Sienna Miller, Jeremy Irons, Luke Evans, Elisabeth Moss. SESIÓN ESPECIAL

Esta adaptación de la sediciosa novela de J. G. Ballard representa un salto de ambiciones de una magnitud inimaginable en la carrera de Ben Wheatley (Kill List, Turistas), que ingresa en otra liga, determinado a medirse con los más grandes, como cuando Fellini hizo La dolce cita o Scorsese filmó Taxi Driver. Excesiva, brutal y barroca, protagonizada por un Tom Hiddleston en la piel del respetable doctor Robert Laing, que busca el anonimato en un rascacielos de lujo, High-Rise es tan condenadamente fiel a la locura enfermiza y el ácido subtexto político de la fábula ballardiana sobre la lucha de clases que nos invita a preguntarnos de nuevo sobre la complejidad del proceso de adaptación a la pantalla. En el caso del inadaptable Ballard –que se lo pregunten a David Cronenberg–, dicha complejidad emerge una y otra vez como la expresión sofisticada del relato moderno, con su naturaleza abstracta, intuitiva y visceral. El sexo y la violencia, el discurso nihilista y el pesimismo respecto a la condición humana, entendida como una especie esencialmente depredadora (y hedonista), ocupa el primer plano de una película incontrolable y feroz que no se debe nunca a la historia que nos cuenta (o que debemos intuir que nos cuenta), sino al inclemente sentimiento de extravío moral que corre por sus venas.

En la visión de la era pre-Tatcher que Ballard imaginó y que Wheatley pone en forma reconocemos una visión exagerada y sin aparentes límites de los años setenta, si bien la estilización de la época no hace más que remitirnos a un cierto porvenir, o quizá a un presente en que el capitalismo ha vencido todas las batallas posibles. La parábola que pone en marcha el filme es una suerte de fantasmagoría tan real como lo era La naranja mecánica de Kubrick, sin duda uno de los referentes explicitados en el filme, cuyo fascinante diseño visual también se hermana con las abstracciones arquitectónicas de Antonioni y de Godard, o con la bilis filosófica de Pasolini y Cronenberg. Así, desde su devastación cómica y energía pesadillesca, High-Rise emerge como una extraordinaria conquista cinematográfica. Carlos Reviriego (crítica completa en Otros Cines Europa).

La ciénaga de "Schneider vs. Bax" de Alex van Warmerdam.

SCHNEIDER VS. BAX. Alex van Warmerdam. 96 minutos. Holanda (2015). Con Tom Dewispelaere, Alex van Warmerdam, Maria Kraakman. SECCIÓN OFICIAL COMPETICIÓN

La incorrección política es el punto fuerte de los singulares films del director, actor y compositor neerlandés Alex van Warmerdam. Su exitosa fórmula cinematográfica se basa en la construcción de comedias negras y surrealistas que ponen en evidencia una lucha de clases absurda y de tintes nihilistas. Sin embargo, Schneider vs. Bax, presentada en competición oficial de Locarno, no se centra en las diferencias entre burgueses y trabajadores, como ocurría en Borgman o Los últimos días de Emma Blank, sino que apunta al corazón de la guerra de sexos, un tema que en la obra previa de van Warmerdam jugaba un papel secundario.

Schneider (Tom Dewispelaere) y Bax (Alex van Warmerdam) son dos pistoleros del Oeste obligados a retarse a vida o muerte por encargo en una ciénaga de los países bajos. Un duelo vaciado de toda épica u honor que desintegra las constantes del western clásico. La película comienza el día del cumpleaños de Schneider, cuando Mertens (Gene Bervoets), su jefe, se pone en contacto con él para encomendarle una nueva misión: el asesinato de un célebre escritor drogadicto llamado Ramon Bax. Lo que sigue es una sanguinaria batalla, rebosante de adrenalina y testosterona, entorpecida por dos mujeres incondicionales de los dos duelistas. Una intervención femenina que resolverá el destino de los personajes y la incorrección final del film de van Warmerdam. Carlota Moseguí

Francois Truffaut and Alfred Hitchcock

HITCHCOCK / TRUFFAUT. Kent Jones. 80 minutos. Francia-Estados Unidos (2015). SESIÓN ESPECIAL.

En el marco de la excelente sección Cannes Classics, donde el Festival de Cannes exhibe decenas de clásicos restaurados, el notable crítico estadounidense Kent Jones (con la ayuda en el guión de su no menos prestigioso colega francés Serge Toubiana) presentó Hitchcock/Truffaut, largometraje que narra la historia del libro fundamental publicado en 1966, en el que el por entonces joven director de la nouvelle vague entrevistó durante 8 jornadas en Los Angeles (¡9 horas por día!) al maestro británico.

El film incluye –además del excelente material de archivo que va desde escenas de películas hasta storyboards y fotos, pasando por fragmentos de la mítica charla entre Truffaut y Hitchcock– diversos análisis de los hitos de la carrera del maestro del suspenso (con énfasis en sus clásicos como Vértigo y Psicosis) por parte de directores como David Fincher, Martin Scorsese, Wes Anderson, Richard Linklater, Olivier Assayas, Kiyoshi Kurosawa, Peter Bogdanovich, Arnaud Desplechin, James Gray y Paul Schrader. Nada menos. Puede que el armado final sea demasiado didáctico y elemental (su difusión será, seguramente, más televisiva que en salas), pero no deja de ser un hermoso homenaje cinéfilo y una clase maestra sobre dos de los mejores autores de todos los tiempos que, además, se admiraron mutuamente. Diego Batlle (crítica completa en Otros Cines).

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LA NOVIA. Paula Ortiz. 95 minutos. España-Alemania (2015). Con Inma Cuesta, Alex García, Asier Etxeandía, Leticia Dolera. SECCIÓN NOVES VISIONS ONE

Presentada en el pasado Festival de San Sebastián, esta película de Paula Ortiz (De tu ventana a la mía) se acerca con considerable osadía a las Bodas de sangre de Federico García Lorca. Durante su visionado, no pude evitar sentir una simpatía complementada con puntuales estallidos de jolgorio ante una propuesta que no tengo del todo claro donde ubicar en un paisaje de excepciones e insularidades como el del cine español actual (y de siempre). Ortiz se las ve con Lorca sin miedo al ridículo ni a la lírica, más bien con una confianza plena en la fuerza evocadora de sus versos y depositándose en los hombros de su más que acertado reparto, para llevar a buen puerto este polvoriento western de mujeres. Desconozco el proceso de gestación de La novia, si fue un parto feliz, si fue complicado, si fue tan árido como los paisajes de la película o más bien no, pero el caso es que tiene problemas de sobreproducción, no sé si me haré entender: tanto a nivel de fotografía como en lo que respecta al montaje, demasiado rápido y cortante en ocasiones, muy de videoclip, a menudo la película parece empeñada en no querer distanciarse en exceso de ese aspecto y esos colores que a veces parece que sean siempre los mismos en un cierto cine español, digamos, de calidad. Cuando se quiere poner turbia o violenta, a menudo deviene vulgar. Hay pasajes hermosos, contagiosos, como el momento en el que La Novia sale a cantar La Tarara, y otros en el que un arrobamiento excesivo desactiva la intensidad de los versos de Lorca, como ese duelo final punteado por el Pequeño vals vienés. Pese a todo, pese a sus imperfecciones, es una película que te mantiene con los ojos y los oídos abiertos y te recuerda que hay cosas, pasiones, que no mueren con el tiempo. Ojalá sea cierto eso que decía Gil de Biedma en su poema “Pandémica y celeste”, que mueren en paz los que han amado mucho. Toni Junyent

theassassin

THE ASSASSIN. Hou Hsiao-Hsien. 120 minutos. Taiwán (2015). Con Shu Qi, Chang Chen, Satoshi Tsumabuki, Ethan Ruan. SESIÓN ESPECIAL.

The Assassin se presenta como la luminosa respuesta a un gran interrogante cinéfilo. ¿Cómo podría uno de los cineastas más austeros del mundo (Hou Hsiao-hsien) aproximarse a uno de los géneros cinematográficos más exuberantes del Planeta Cine (el wukia)? Vista la incontestable obra maestra que es The Assassin, la respuesta no podía ser más sugerente y menos definitiva: Hou ha creado el wuxia más realista de la historia, pero The Assassin es sin duda la película más fantástica del director de City of Sadness y Millenium Mambo.

Surgido hace más de 2000 años como un género literario en el que confluían la crónica histórica y las artes marciales, el wuxia se convirtió en un emblema del cine de Hong Kong de los años 60 y 70 gracias a maestros como King Hu y Chang Cheh, cuya obra sería sublimada en el siglo XXI por la priotecnia digital de Hero o La casa de las dagas voladoras de Zhang Yimou. Por su parte, la senda que recorre Hou en The Assassin apunta en una dirección diametralmente opuesta a la de Yimou: contra la opulencia, minimalismo; contra la dilatación de las escenas de acción, pura síntesis; contra la épica, un intimismo radical; contra el relato cerrado, una cascada de sugerencias narrativas que perfilan un rico pero también difuso panorama histórico, social y afectivo.

Como es norma en el cine de Hou, la Historia y la socio-política se inscriben en el ámbito de lo personal a través de rituales cotidianos: peinarse, vestirse con aparatosos ropajes, comer, bailar, tomar un baño tonificante… Quehaceres que enmarcan un patrón temático dominado por alianzas, fidelidades y traiciones, elementos centrales del imaginario del wuxia. Y, claro, después están los duelos de espadachines voladores. Hou lleva al extremo la claridad elíptica de unas luchas que en ocasiones parecen desarrollarse en el lapso de tiempo de un parpadeo. Los combates son puro extrañamiento cinematográfico. Cuando uno intuye que el plano general será el tipo de encuadre preferencial, llega un plano cercano que altera la visión y aviva la acción. Algunas tomas parecen realizadas con teleobjetivo, otras se sitúan en el límite lírico de lo explicable. Bañada en una hiperrealidad abrasadora, The Assassin se erige en una película infinita que solo podría haber dirigido un maestro rabiosa y testarudamente personal como Hou Hsiao-hsien. Manu Yáñez (crítica completa en Otros Cines Europa).