Counting, el primer largometraje totalmente digital de un cineasta que durante años practicó el Súper 8 y el 16mm, se presenta en España dentro de la sección Zabaltegui del Festival de San Sebastián. Counting es una enumeración, una contabilidad poco económica y más estética y ética de momentos de vida, de retazos captados en viajes, en idas y venidas, en esperas, con amigos, o en trenes, buses, espacios de espera, tiempos muertos. Al contrario que esas películas que muchos cineastas, abocados a viajar, acaban filmando, pequeños gestos autocomplacientes, ego-trips cargados de compasión y falsa modestia, Counting, “recontando”, es una cuenta atrás (aunque los números no lo hagan explícito) hacia un adiós definitivo: de lo político a lo más personal, Counting es un recuento de momentos de vida registrados al mismo tiempo que otra vida se apaga: el cineasta viaja, filma espacios, monumentos, amigos, y agrupa esas imágenes en pequeños capítulos, pero todo tiene un sentido último: una ofrenda, un regalo, un adiós. O las dos caras de la vida que sigue al mismo tiempo que se apaga. Cohen, que siempre se había mostrado extremadamente pudoroso en sus películas, que siempre había rehuido el primer plano, lo personal, lo íntimo, hace recuento de las cosas bellas que la vida le ofrece, quizás para entregárselas a su madre en sus últimos días. Un recuerdo, un recuento, una recopilación de un mundo convulso y pese a todo, habitable y bello.

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