Gonzalo de Pedro Amatria (Festival de Berlín)

Convertirse en lenguaje, conseguir ser, tener voz y cuerpo. MS Slavic 7, el tercer largometraje de la cineasta canadiense Sofia Bohdanowicz, una de las sorpresas más delicadas, tiernas e inteligentes presentadas en la reciente edición de la Berlinale Forum, se enfrenta a la correspondencia entre la abuela de la directora, Zofia Bohdanowiczowa, poetisa olvidada, y el célebre escritor Josef Wittlin, ambos polacos, ambos huidos de Europa a causa de la Segunda Guerra Mundial. Y lo hace a través de un singular dispositivo de ficción interpuesto entre la autora y su propia bisabuela, cuyas cartas se conservan en el archivo de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos. Con la complicidad de la actriz y codirectora Deragh Campbell, Bohdanowicz “inventa” a una bisnieta de la poetisa polaca: una experta en gramática y lingüística que se enfrenta a la fisicidad de las cartas que su antepasado intercambió durante años con Wittlin, nominado al premio Nobel.

MS Slavic 7 establece sus raíces en el fetichismo de lo físico y lo objetual para irse adentrando, poco a poco, y renunciando de forma milagrosa a cualquier atisbo de piscologismo, en la historia de la (bis)abuela, que funciona como espejo de la (bis)nieta a través de su alter ego en la pantalla. Un juego de espejos que la película trabaja de forma casi material: las cartas originales, conservadas en el archivo universitario, irán dando paso a reproducciones proyectadas, y posteriormente a traducciones, simples impresiones en folios corrientes, en un viaje que va de lo objetual a lo esencial, y que pasa de las certezas y las convicciones firmes a una duda que lo termina por impregnar todo: ¿cuál fue realmente la historia entre los dos poetas? ¿Un simple cortejo intelectual, una relación amistosa entre dos exiliados, dos heridos de guerra, o una relación de amor epistolar que nadie en la familia quiere aceptar? En cualquier caso, la película no trabaja sobre los detalles emocionales, ni ahonda en la biografía familiar, sino que de forma muy inteligente se centra en las protagonistas, bisabuela y bisnieta, como figuras femeninas en un mundo esencialmente masculino. Tras cada visita a la universidad, donde se custodian las cartas (“MS SLAVIC 7” es una referencia bibliotecaria de la Universidad de Harvard) Campbell toma aire y piensa en voz alta en una serie de monólogos sobre la relación entre texto y materia, lengua y forma; unos monólogos que irán evolucionando de la complejidad de lo lingüístico a la incerteza de lo emocional, lo histórico y lo personal.

Con una sorprendente y finísima capacidad para lo humorístico y lo emocional (sin caer en el sentimentalismo), MS Slavic 7 deviene un trabajo sobre la difícil tarea de encontrar y construir la propia voz, convertirse en lenguaje, especialmente en el caso de las dos artistas protagonistas: bisabuela y bisnieta parecen compartir la misma incerteza ante el qué decir, cómo hacerlo, cómo ser. Los textos archivados en la universidad se convierten en una suerte de viaje por lo personal e íntimo de la directora (siempre a través de su alter ego en pantalla), al mismo tiempo que son el vehículo para una transmisión cultural, histórica y emocional, una sororidad inter-temporal entre dos mujeres que nunca llegaron a coincidir en el espacio y el tiempo, pero que, a través de las cartas, de esas palabras impresas con tinta en unos papeles conservados con mimo, establecen una relación de compañía, entendimiento y crecimiento.