Página web del Festival de San Sebastián.

MOUNTAINS MAY DEPART. Jia Zhang-ke. 131 minutos. China-Francia-Japón (2015). Con Zhao Tao, Zhang Yi, Jing Dong Liang.

Una saga familiar en tres tiempos –puntuada por el uso de tres anchos de imagen distintos–, la magnífica Mountains May Depart nos lleva desde la China de finales del siglo XX hasta la Australia de 2025, dibujando una lúgubre crítica al proceso de deshumanización que sufren las sociedades capitalistas. Sin necesidad de parábolas, yendo directo al grano, pero utilizando también múltiples mecanismos de distanciamiento (a la Brecht), Zhang-ke traza un relato de corte melodramático en el que los sueños de prosperidad de todo un pueblo se estampan contra la perversidad de un modelo socioeconómico.

Mountains May Depart convoca varios elementos de la obra previa de Zhang-ke: el arco histórico de Platform, la dimensión global de The World y el pulso narrativo de A Touch of Sin. El director de Xiao Wu parece haber dejado atrás el proceder pausado y observacional de sus primeras películas, sustentado en amplios planos generales y prolongados travellings laterales. Por contra, Zhang-ke parece ahora más interesado en acercarse a sus afligidos personajes, “encerrándolos” en encuadres sin profundidad de campo que evocan una cierta claustrofobia existencial. Esta apuesta opresiva alcanza su punto álgido en el deslumbrante primer capítulo de Mountains May Depart, filmado en 4:3 (formato cuadrado) y propulsado en su arranque por un uso festivo y fatalmente irónico del Go West de los Pet Shop Boys.

Conectada con el gran clásico Spring in a Small Town del chino Fei Mu –ambas películas tienen pasajes que se desarrollan en escenarios en ruinas–, y más lejanamente con El futuro de Luis López Carrasco –ambas demuestran que el paso del tiempo puede no ser sinónimo de progreso, sino más bien de parálisis o involución–, Mountains May Depart compensa sus irregularidades, concentradas en su algo maniqueo tercer episodio, gracias su lúcida, amarga y urgente radiografía de las miserias del modelo capitalista. Manu Yáñez (crítica completa en Otros Cines Europa).

Francois Truffaut and Alfred Hitchcock

HITCHCOCK / TRUFFAUT. Kent Jones. 80 minutos. Francia-Estados Unidos (2015).

En el marco de la excelente sección Cannes Classics, donde el Festival de Cannes exhibe decenas de clásicos restaurados, el notable crítico estadounidense Kent Jones (con la ayuda en el guión de su no menos prestigioso colega francés Serge Toubiana) presentó Hitchcock/Truffaut, largometraje que narra la historia del libro fundamental publicado en 1966, en el que el por entonces joven director de la nouvelle vague entrevistó durante 8 jornadas en Los Angeles (¡9 horas por día!) al maestro británico.

El film incluye –además del excelente material de archivo que va desde escenas de películas hasta storyboards y fotos, pasando por fragmentos de la mítica charla entre Truffaut y Hitchcock– diversos análisis de los hitos de la carrera del maestro del suspenso (con énfasis en sus clásicos como Vértigo y Psicosis) por parte de directores como David Fincher, Martin Scorsese, Wes Anderson, Richard Linklater, Olivier Assayas, Kiyoshi Kurosawa, Peter Bogdanovich, Arnaud Desplechin, James Gray y Paul Schrader. Nada menos. Puede que el armado final sea demasiado didáctico y elemental (su difusión será, seguramente, más televisiva que en salas), pero no deja de ser un hermoso homenaje cinéfilo y una clase maestra sobre dos de los mejores autores de todos los tiempos que, además, se admiraron mutuamente. Diego Batlle (crítica completa en Otros Cines).

MeAndEarlAndTheDyingGirl1

ME AND EARL AND THE DYING GIRL (YO, ÉL Y RAQUEL). Alfonso Gómez-Rejón. 105 minutos. Estados Unidos (2015). Con Thomas Mann, Olivia Cooke, RJ Cyler, Nick Offerman.

Cáncer, adolescentes inadaptados y la dosis justa de homenajes cinéfilos para contentar a jóvenes enfermos de esa cinefilia de wikipedia que hoy prolifera por doquier. La segunda película de Alfonso Gomez-Rejon tenía todos los elementos para convertirse en lo que está siendo: un éxito popular, como demuestran el Gran Premio del Jurado y el Premio del Público en Sundance 2015. Lo que resulta más incomprensible es que la película recaiga en espacios tan privilegiados como el Festival de Locarno, en la sección más popular (Piazza Grande), o en el Festival de San Sebastián, en su Perlas. Como su propio nombre indica, la película cuenta la amistad entre el protagonista, su amigo Earl y una chica enferma de cáncer terminal. El protagonista es el arquetipo de joven inadaptado, el freak del instituto que se refugia con su amigo Earl, un joven negro de barrio marginal, en la producción alocada de remakes en Súper 8 de las películas que admiran.

Un día, su madre le encarga ir a visitar a la hija de una amiga, que ha enfermado de cáncer, para hacerle compañía, y así nacerá una amistad que el director no sabe aprovechar: no le interesa el camino, sino cumplir con los estándares de escritura dramática, y conducir al espectador de forma engañosa a un desenlace melodramático. Sirva como ejemplo del desinterés que la película siente por todos sus elementos –personajes, historias o detalles– el hecho de que dos jóvenes del siglo XXI rueden sus películas caseras en Super 8, pero, sin saber bien cómo, las proyecten en el ordenador. Gazapos aparte, es obvio que todo responde a la misma idea superficial y puramente estética: de la misma forma que las películas caseras al realizador solo le interesan por su textura, de las peripecias de sus personajes solo le importa que conduzcan a un desenlace no por previsible menos indignante por burdo. Tratándose de un producto diseñado sin corazón, el principal problema es que pretende ser lo contrario, una película emocional sobre el crecimiento, la amistad y el despertar a la vida. Y no: es todo lo contrario. Gonzalo de Pedro Amatria

Emily-Blunt-3

SICARIO. Denis Villeneuve. 121 min. Estados Unidos (2015). Con Emily Blunt, Benicio del Toro, Josh Brolin, Jon Bernthal

El personaje que interpreta Jessica Chastain en La noche más oscura se ha convertido en un modelo para los venideros thrillers bélicos sobre patrióticas heroínas, que, contratadas por la CIA como agentes especiales, garantizan la seguridad de la nación pese a ser consideradas ‘el sexo débil’ en el mundo de lobos que habitan. La protagonista de Sicario –más soñadora y menos implacable que Chastain– es una integrante del FBI especializada en secuestros que también se introduce en el cuerpo del servicio de inteligencia yanqui para dar caza a un criminal. El enemigo desdibujado del nuevo film de Denis Villeneuve no es Osama bin Laden, como en la película de Kathryn Bigelow; en esta ocasión, la joven y temeraria protagonista –que encarna una sobresaliente Emily Blunt– deberá capturar a uno de los capos más sanguinarios de Ciudad de Juárez. A través de los ojos ingenuos de la protagonista de este film que compitió en la sección oficial del pasado Festival de Cannes, el director de Enemy ilustra el paralelismo entre la violencia impuesta por la cultura criminal de los cárteles de la droga y la brutalidad consentida que ejercen los hombres que están al mando de la misión: Matt (Josh Brolin) y Alejandro (Benicio del Toro). Paulatinamente, Blunt asimilará que las acciones llevadas a cabo por los sicarios de la CIA en territorio no-americano no distan tanto del encarnizado crimen organizado del narcotráfico, e impondrá la ética como modelo de justicia, aunque se juegue la vida por ello. Carlota Moseguí

irrationalman

IRRATIONAL MAN. Woody Allen. 96 minutos. Estados Unidos (2015). Con Joaquin Phoenix, Emma Stone, Jamie Blackley, Parker Posey.

Drásticamente irregular y finalmente satisfactoria, Irrational Man es la nueva inmersión de Woody Allen en la cara más oscura de la existencia humana. La clave de este juicio ligeramente contradictorio reside en la extrañísima relación que se establece entre el creador del film (Allen) y su criatura (Joaquin Phoenix). En Irrational Man, el protagonista de The Master parece ir por libre, aislado en su propio universo, en su propia película, y eso provoca una serie de desajustes muy curiosos. A Phoenix parece importarle muy poco el lugar en que el director de fotografía de Allen (Darius Khondji) decide poner la cámara, y al director de Annie Hall no parece molestarle que el protagonista de Inherent Vice de la espalda al objetivo mientras flirtea con Emma Stone, cuya encantadora profesionalidad y sentido de la precisión sobreviven al vendaval errático de Phoenix. Lo que termina cuajando es un juego de desacuerdos actorales que halla un peculiar reflejo en el tono del film: entre la habitual comedia costumbrista de Allen y el drama moral existencialista.

Lo más interesante del descompensado arranque de Irrational Man es ver cómo Phoenix inyecta un impulso suicida a un cínico profesor de filosofía desencantado con su trabajo y con la existencia en general. Impulsada por las habituales peroratas filosóficas de Allen, la película parece encaminada hacia la monotonía dramática y la desidia formal, pero entonces acontece un giro –mitad chiste criminal, mitad encrucijada hitchcockiana– que sitúa al espectador ante la tesitura de tener que empatizar con un tipo irredimible. Y lo interesante es que, a diferencia de lo que ocurría en Match Point o Delitos y faltas, la película se sostiene sobre una alegre amoralidad que recuerda a la de Conocerás al hombre de tus sueños, condimentada aquí con guiños a Extraños en un tren de Hitchcock y La dama de Shanghai de Welles. En Irrational Man, Allen vuelve a mostrarse como un cineasta más preocupado por sus historias que por sus imágenes. Y eso le basta para entregar un eficaz entretenimiento disfrazado de pasatiempo moral. Manu Yáñez (crítica completa en Otros Cines Europa).