Página web del Festival Internacional de Cine de Gijón/Xixón

EL PROFESOR BACHMANN Y SU CLASE. Maria Speth / Alemania / 2021 / 217 min.

En el municipio de Stadtallendorf, ubicado en el corazón de Alemania, un profesor que luce orgulloso un gorro de lana y una camiseta de AC/DC se dirige a una audiencia compuesta por chavales cuya edad va de los 12 a los 14 años. Estamos en El profesor Bachmann y su clase, documental de tres horas y media en el que la germana Maria Speth observa un conjunto de rutinas pedagógicas que perfilan una cierta utopía social. La influencia de Frederick Wiseman (en especial el de la más reciente City Hall, monumento a la democracia en forma de elogio a la política municipal) se percibe en la mirada transparente y respetuosa de Speth, que además multiplica su punto de vista para capturar, con dos cámaras, cada detalle de cada clase, cada junta evaluadora o excursión. La fuerte pulsión humanista que guía el trabajo de la cineasta rezuma en cada secuencia, y en particular en el retrato del genial e inspirador protagonista de esta función.

El profesor Bachmann y su clase nos invita a contagiarnos del espíritu de un hombre que, contra una coyuntura que parece inclinada hacia el autoritarismo, opta siempre por actuar como una fuerza conciliadora, comprensiva. Los conflictos eventuales que acontecen en el aula del profesor Bachmann, fruto de una sociedad heterogénea, plural, permanecen fuera de campo. Speth pone el foco en los encuentros y revelaciones que pueden resolver tensiones. Si La clase de Laurent Cantet se servía del aula para visualizar las problemáticas a las que debía hacer frente el “melting pot” francés, el film de Speth se vuelca en las posibles soluciones. Lo hace siguiendo el ejemplo del maestro, que no duda en adoptar el rol de pupilo, aprendiendo de sus alumnos. De repente, el Sr. Bachmann hace un comentario sobre los orígenes de su apellido, y a partir de aquí, a la propia película se le activa una curiosidad que no queda saciada hasta que no se han detectado convenientemente los rastros de una memoria histórica que, en efecto, siguen desperdigados por las calles de Stadtallendorf.

Estamos ante una película que invita a la acción, al descubrimiento. Poco a poco, y de forma natural, el foco se amplía para observar las ramificaciones de la obra del centro educativo. A partir del seguimiento de una serie de actividades extraescolares, entendemos mejor el impacto benigno de un cuerpo educativo que actúa como fuente de cohesión social. En esta clase, cada alumno tiene una procedencia distinta: un país de nacimiento, un dios al que rezar, una sexualidad que empezar a manifestar… Bachmann y Speth tratan a todo el mundo por igual sin importar su condición, en una emocionante labor de construcción de una identidad colectiva que respeta las inquietudes, los sueños, las pasiones; en definitiva, la personalidad de cada uno. Este veterano guía espiritual está a punto de retirarse, pero antes nos ayuda a vislumbrar un mañana luminoso. La realidad, por fin, se presenta como ese refugio que merecemos. Víctor Esquirol

IN FRONT OF YOUR FACE. Hong Sang-soo / República de Corea / 2021 / 85 min

Qué decir que no se haya dicho ya sobre esa aparente sencillez y absoluta maestría del cine de Hong Sang-soo. Cómo explicar las dimensiones y profundidades de In Front of Your Face cuando su “sinopsis” podría ser algo así como “una mujer madura radicada desde hace mucho tiempo en los Estados Unidos regresa a Seúl y se reencuentra con su hermana menor y su sobrino”. En el cine de Hong no importa tanto el qué sino el cómo. ¿Cómo hace para filmar esas tres o cuatro secuencias larguísimas en la que sus actrices y actores van al hueso, a la esencia más pura del séptimo arte? Hong se ocupa de todos los rubros principales (produce, escribe, musicaliza, maneja la cámara y, claro, dirige) y en esa multifacética apuesta desecha todo atisbo de artificio, de regodeo. Aquí no hay lugar para sobrepesos ni florituras.

In Front of Your Face arranca como una de las películas más luminosas, bellas, ligeras y amables de Hong. Hay paseos por el parque, un café compartido al aire libre y fotos a pleno sol. Sabremos que Sangok (una extraordinaria Lee Hyeyoung) incursionó a principios de los años 90 como actriz, pero se fue a Seattle donde terminó abriendo una tienda de venta de licor. Tras la muerte de su madre, nunca más volvió a Corea ¿Por qué visita ahora a su hermana Jeongok (Cho Yunhee)? Los motivos se sabrán recién en la segunda mitad, durante un conmovedor (re)encuentro con un cineasta llamado Song Jaewon (Kwon Haehyo, habitual actor de Hong Sangsoo) que la admira desde aquellos lejanos años 90. No conviene adelantar nada más para no quebrar el influjo ni los conmovedores alcances emocionales de las confesiones que vendrán.

De aquel sol del inicio pasamos a un atardecer lluvioso. Y hay risas y llantos, alcohol y cigarrillos, caminatas y bares, diálogos entrañables y una íntima voz en off, embriaguez, insinuaciones y promesas, reencuentros y despedidas. Y está, claro, Hong, cada día más sabio, a cada película más seguro de qué quiere transmitir y cómo conseguirlo. Una maestría diáfana, cristalina, sin ostentaciones. Somos contemporáneos de un cineasta excepcional. Diego Batlle

FRANCE. Bruno Dumont / Francia / 2021 / 133 min

La figura mediática más potente de la nación gala se llama precisamente como esta misma. “La France c’est elle”, una mujer que está en todos los sitios, que conoce a todo el mundo, que deja huella en todos los espacios donde interviene. Lo mismo le da presentar un noticiero, como moderar una tertulia política, como enfundarse en un chaleco antibalas para estar en primerísima línea de fuego, ahí donde se cuece la actualidad más reveladora. Como cabía esperar, toda la reverencia y sentido de admiración que podía despertar un personaje como este, con Bruno Dumont se convierte en una actitud paródica; netamente iconoclasta. Un hombre enarbola en una cena de gala un pomposo discurso sobre el capitalismo… y, a los pocos segundos, casi se atraganta tomando una copa de vino. El monstruo del ridículo, siempre al acecho. Total, que al cineasta de Bailleul el nombre de la protagonista le viene como anillo al dedo para dibujar otro retrato caricaturesco de su país. La película, por si había dudas, empieza con una conferencia de prensa de Emmanuel Macron, ni más ni menos.

Dumont en su salsa, una vez más. Su nuevo cuento sobre el “majadero nacional” encuentra los mayores momentos de inspiración contraponiendo una esencia demencial con los deseos de aparentar justo lo contrario; o sea, de querer proyectar al mundo una imagen de seriedad, profesionalidad y compromiso férreo en la aplicación de códigos deontológicos. France clava sus gélidos ojos en la cámara y suelta un emocionante monólogo sobre las injusticias y las barbaridades que se están perpetrando en un campo de batalla de Oriente Medio. Todo bien, todo muy admirable, si no fuera porque antes se nos ha enseñado, con todo lujo de detalle, el making-of de dicha pieza. La información de rigor convertida en bufonesca desinformación articulada con la más grosera de las puestas en escena. Víctor Esquirol

INTRODUCTION. Hong Sang-soo / República de Corea / 2021 / 66 min

La primera escena de Introduction, la nueva película de Hong Sang-soo, muestra una imagen que remite directamente a The Woman Who Ran, el anterior film del cineasta surcoreano, donde las mujeres acaparaban el protagonismo, hasta tal punto que no se alcanzaba a ver el rostro de ninguno de los personajes masculinos. Ahora, parece repetirse la jugada: vemos la espalda de un hombre encorvado sobre sí mismo, en actitud delatora de una tensión insoportable. Ante él, temerosamente inclinado, se erige un altar profano: una pantalla de ordenador apagada; una página en blanco que inspira terror. Pero resulta que, en realidad, este hombre se está dirigiendo a instancias más elevadas. Junta las manos y agacha aún más la cabeza para suplicar la gracia del Señor. Pide “una nueva oportunidad”, y a cambio está dispuesto a lo que haga falta. Una vez terminada la plegaria, se levanta, la cámara abre zoom y el hombre abandona la habitación.

Corte, y ahora estamos en el exterior, en una calle donde camina, hacia nosotros, una pareja de jóvenes. Y por fin volvemos a ver un rostro masculino. En este nuevo juego, se heredan las normas del anterior… pero estas no tardan en modificarse. El cine de repeticiones y variaciones de Hong Sangsoo, compuesto últimamente por piezas muy breves puede ser visto como una mega-película conformada por micro-films. Por un lado, tenemos un catálogo de temas recurrentes y gestos reconocibles: esos acercamientos que subrayan determinadas declaraciones, esos paneos que destilan curiosidad o pesadumbre etílica… Por el otro lado, en este recorrido emergen cambios que revelan un mundo vivo, misterioso. A pesar de moverse siempre en un marco reconocible, el cine de Hong no deja de buscar nuevos ángulos, nuevas posiciones, nuevos caminos.

En Introduction, tragicomedia romántico-familiar dividida en tres capítulos y en dos países, prevalece la mágica sensación de estar ante un cine que se despliega en directo. En este caso, la pandemia del coronavirus se instala como discreto pero perceptible telón de fondo, mientras que la acción pasa por Berlín. Escenarios que reflejan nuestro presente y apuntes a pie de página que son fácilmente interpretables como referencias más o menos veladas a la vida íntima del propio Hong Sangsoo. Todo en orden. Aun así, como cabía esperar, Introduction reniega de las zonas de confort. Tras el respiro cromático que supuso The Woman Who Ran, volvemos a la casilla del blanco y negro, que ahora está ocupada por la juventud. Por unas nuevas generaciones que sienten sobre ellas el peso asfixiante de aquellas que les precedieron. Esta vez el zoom se fija en los más jóvenes, los que están “introduciéndose” en el mundo; en particular, en la relación que une a los hijos y a las hijas con sus respectivos padres y madres. La distancia que separa a los primeros de los segundos marca los objetivos y el tono del texto, pero también se refleja en unas imágenes cuya aparente nitidez, en realidad, no deja de abrir interrogantes que no tienen por qué ser respondidos. Los personajes de la expansiva constelación de Hong siguen siendo el recipiente de errores en los que, con suma vergüenza, nos podemos ver reflejados, pero también se comportan como inspiradores fuentes de ternura y sabiduría. La vida fluye a través de todos ellos, y ahora, además, se pasan el testigo los unos a los otros: el cine como eterna introducción hacia esa historia que nunca terminará. Víctor Esquirol