El retrato es una de esas figuras que no cesan de repetirse en las películas de fantasmas. Desde el cuadro de la madre en Los intrusos, al de la protagonista de Jennie, el retrato de algún modo hace que el fantasma cobre presencia, que tenga derecho a su propio contraplano. En El fantasma y la Señora Muir ese cuadro es precisamente el que presenta al espectro como una realidad: cuando la protagonista decide mudarse a la casa del difunto capitán, una estancia sin luz revela el rostro de Rex Harrison entre la penumbra. Aunque ella se asusta, se trata tan sólo de una pintura, si bien la casa, efectivamente, está encantada y el fantasma no sólo hará acto de presencia sino que determinará su vida a través de una voz y una presencia tan envolvente como malhablada. El fantasma y la Señora Muir no es una película de terror aunque juegue con algunos de sus elementos; tampoco es un drama, ni una comedia, aunque sin duda tenga ingredientes que permitan situarla a ambos lados. La película de Mankiewicz es, ante todo, una obra sobre el amor, sobre las puertas que se abren cuando ya no queda nada… y sobre el miedo que generan las alfombras limpias. La Filmoteca de Valencia inaugura por todo lo alto agosto en su programación. ER

Programación completa de la Filmoteca de Valencia.