Inspirada en algunas vivencias personales –la familia de la directora trabajó en una granja de apicultores durante un tiempo–, El país de las maravillas, la segunda película de la italiana Alice Rohrwacher, nos sumerge, con pulso naturalista, en el tránsito entre la niñez y la edad adulta de Gelsomina, una joven que, junto a su familia, intenta practicar un modo de vida alternativo, cercano a la naturaleza y a modos de producción artesanales. Sin embargo, la realidad de una sociedad marcada por los intereses capitalistas y por la fantasía televisiva se irá inmiscuyendo en los anhelos y sueños de Gelsomina, cuya vida se verá trastocada por la llegada al clan de un adolescente procedente de un reformatorio. Rohrwacher disecciona la cotidianeidad de la familia protagonista desde una cercanía afectiva, una proximidad que le permite capturar momentos de vibrante intimidad, sobre todo los protagonizados por la jóvenes hermanas. Un retrato de corte realista que alza verdaderamente el vuelo en su recta final, cuando la magia y un halo de onirismo se apoderan de la película para articular una reflexión de corte melancólico sobre el curso de la vida y la Historia. Manu Yáñez

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