Basándose en el aforismo que reza: “hasta los 30 años, uno tiene el rostro que Dios le ha dado, después de eso, uno tiene el rostro que se merece”, Miguel Gomes narra en su largometraje debut la crisis de un joven, Francisco, a raíz de su 30 cumpleños. “Al margen de la ligereza paródica del aforismo, encuentro aquí una correcta justicia. Si las turbulencias de la adolescencia y la famosa crisis de la mediana edad fuesen clásicos sociológicos y, en consecuencia, ficcionales, el pasaje a los 30 años figuraría más modestamente en la lista de momentos llave de cambio en el comportamiento”, afirmaba en la nota del director para el dossier de prensa del film. Lo que empieza siendo una suerte de áspera comedia musical, introduciendo este desagradable protagonista y su incapacidad de relacionarse normalmente con la gente de su alrededor converge en una fabulada y dispersa narración sobre 7 hombres que conviven en una casa aislada de todo. Francisco se convierte en una Blancanieves convaleciente y en fuera de plano, mientras los nuevos personajes, a modo de enanitos de cuento, ocupan su lugar con sus propias neuras y conflictos. Júlia Gaitano

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