Laura Carneros (Festival de Málaga)

“Busco el tono, busco una imagen que te hable de mí”, son las primeras palabras del documental A media voz, dirigido por Heidi Hassan y Patricia Pérez Fernández, a través de las cuales una mujer, cuya identidad aún no conocemos, lanza un mensaje misterioso que reclama la atención urgente de su interlocutora. La misiva, que parece ser lanzada a través del océano (imágenes del mar y las olas así lo sugieren, aunque quizá este es un océano más mental que físico), comienza titubeante pero termina siendo contundente: “Necesito que vuelvas a ser parte de mi vida”. Otra voz femenina responde, y en su respuesta se intuye la culpa. Es así como Heidi Hassan y Patricia Pérez, las propias directoras del documental, inician una serie de correspondencias audiovisuales mediante las cuales el espectador reconstruye las vidas y experiencias de estas dos mujeres cuya amistad se remonta décadas atrás, en Cuba.

A media voz articula su discurso a través de dos voces, dos mitades que se hacen una, pero también son dos puntos de vista puramente audiovisuales, que acaban confluyendo en una mirada común. Así, este diálogo utiliza el cauce de la amistad para que fluyan dentro de él otros temas. El exilio, la maternidad, la vocación profesional o la búsqueda de la propia identidad estarán siempre bañados por el fuerte vínculo que mantienen Hassan y Pérez. Tanto es así, que incluso en el inicio es posible preguntarse si acaso estas dos amigas mantuvieron o mantienen una relación amorosa, dada la expresión tan sincera de los sentimientos. Este juego –no se sabe si intencionado o quizá sean percepciones de quien escribe– eleva la amistad a un nivel reservado tradicionalmente al amor romántico. Y recuerda la importancia y el peso que puede llegar a alcanzar uno de los vínculos más misteriosos y desinteresados que pueden surgir entre dos seres humanos.

En una conversación con Heidi Hassan y Patricia Pérez Fernández, pudimos profundizar acerca de un proyecto que, después de ganar el Premio al Mejor Largometraje Documental en el festival IDFA de Amsterdam, ahora compite en la Sección Oficial de Documentales del Festival de Málaga.

¿Qué relación os une desde que erais pequeñas? ¿Cómo os conocisteis y cómo es que además compartís la misma vocación?

Heidi: Nos conocimos cuando teníamos siete años, el día que estábamos haciendo los exámenes para natación sincronizada.

Patricia: El parque José Martí, donde estaba la piscina que Heidi filmó rota. Fue justo ahí donde la conocí. Me fijé en ella porque se parecía a una amiga mía a la que yo estaba esperando, Olga Lidia. La vida es muy misteriosa, tenía el mismo pelo que ella y por eso me quedé mirándola.

No sé si es el destino, o los hilos, pero cuando pienso en mi relación con Heidi, siento que se ha ido tejiendo para que nos encontráramos una y otra vez. Durante la escuela primaria, estuvimos muy juntas, y luego yo cogí Teatro y ella Historia. Ahí nos separamos pero después, en el mismo año, las dos entramos en la escuela de cine. Fuimos juntas y separadas, y así fue surgiendo en cada una ese deseo de hacer cine. Heidi siempre desde la fotografía, y yo, como estudié dirección, seguí por el camino de la realización. También, como crecimos juntas, no sabría decirte quién contaminó a quien. Cuando eres niña y tienes una mejor amiga, vas creciendo y hay una etapa en que no sabes quién eres tú y quién es ella, pero, por ejemplo, que Heidi se interesara por la pintura me hacía a mí quizá mirar la pintura de otro modo y es también orgánico que las dos en algún punto decidiéramos estudiar cine.

Heidi: Fíjate que antes de querer hacer cine, cuando éramos niñas, en algún momento de la vida quisimos, ambas, pero por vías separadas, ser oceanógrafas. Me he acordado ahora que dijiste lo de la profesión común…

Patricia: porque estábamos en natación sincronizada. Y cada una por su lado tenía ese imaginario.

¿Y las imágenes de la piscina?

Patricia: Son del padre de un niño, que yo recordaba haberlas visto hacía mucho tiempo. Y lo localicé y me dio unas imágenes que estaban en un DVD. Hay más cosas pero la cinta está muy dañada. Pero quedó ese pedacito para la inmortalidad.

El documental tiene diferentes temáticas: la creación artística, la maternidad, el exilio… Pero por encima de todas ellas sobrevuela vuestra amistad. ¿Cómo de importante era para vosotras tratar la amistad, capturarla y transmitirla? ¿Estáis satisfechas con el resultado?

Patricia: Chica, justo ayer estábamos pensando que la pregunta que más trabajo nos cuesta es “¿de dónde nace la idea de la película?”. Siempre nos quedamos trabadas y es una pregunta que siempre nos van a hacer. Y nunca decimos lo que yo creo que es muy real pero que olvidamos completamente por el camino mientras lo hacíamos: que algo que nosotras sentíamos mucho cuando empezamos esta película era que nuestra amistad tenía un valor especial. Pero realmente mientras hicimos la película no volvimos a pensar en ello jamás. Eso quedó así porque es real, nunca quisimos enfatizarlo. Eso que dices, se nos olvidó por completo.

Heidi: Pero sí que fue un motor impulsor.

Patricia: En el inicio, cuando quisimos hacer la película fue algo de lo que hablamos, pero en el proceso yo no recuerdo que hayamos vuelto a hablar de eso. Es tan real, que sale solo. Estamos muy satisfechas por eso que dices, que la película es, sobre todo, la historia de una amistad, y nosotras mismas no lo contaríamos así, porque no somos tan conscientes.

En cuanto al intercambio de cartas, ¿es algo que solíais hacer desde antes o surge a raíz de plantearos hacer el documental?

Heidi: Tuvimos muchos intercambios de emails, pero la manera de llevar ese intercambio al cine la fue marcando el medio audiovisual. Las piezas audiovisuales son la manera que más se adecuaba para llevar al cine algo que para nosotras era una práctica habitual, que era ese intercambio de todas las cuestiones que nos tocan, que necesitamos mutuamente para orientarnos en la vida, y no para complacernos, sino para ser mejores y crecer.

Patricia: La reconciliación había sido hace tiempo, pero queríamos hacer una película juntas. Teníamos cerca de 40 años y estábamos cada una tan condicionada por lo que ello significa, que te haces preguntas para evaluar qué has hecho con tu vida, en qué la has convertido, si estás satisfecha como mujer, como creadora, qué significaba para nosotras haber emigrado de Cuba… Entonces teníamos esa necesidad de hacer esa película juntas a través de lo que para nosotras era una práctica habitual, ya fuera por email o por teléfono.

En el documental hay una escena en la que Heidi asiste a una entrevista de trabajo después de fingir en el currículum que es un hombre. Luego, a la hora de la verdad, el entrevistador se da cuenta de que es una mujer. ¿Percibís, como mujeres y profesionales del audiovisual, que tenéis muchas más dificultades que los hombres? ¿Qué queríais señalar incluyendo esta situación?

Heidi: Esta situación fue una situación real, no la que está filmada, pero sí sucedió y no fue la única. Como mi profesión de directora de fotografía es una profesión atribuida históricamente al género masculino, he tenido muchas evidencias de la dificultad de aceptar a una mujer que yo como directora. Anécdotas yo tendría de esas un montón.

Patricia: Como realizadora, no te puedo decir mucho sobre esta cuestión, porque en mi caso pesa más todo lo que ha sido mi emigración y cómo la he llevado, que el tratar de abrirme un camino como realizadora. Pero si pensara en alguna dificultad, es esa sensación que arrastramos las mujeres como si tuviéramos que pedir permiso para hablar de estos temas. No lo pedimos a nadie, pero internamente nos cuestionamos más si tenemos el derecho de hablar de algo. Es un lastre muy grande que no quiero tener, pero que evidentemente tengo: que no soy tan segura como un hombre y que tengo que luchar con mi inseguridad hasta por fin decidirme a hacer una película y abiertamente decir lo que quiera y más. No creo que tenga a 15 hombres pisoteándome, pero así lo siento. Es una cosa difícil de explicar, pero es así, esa sensación de que no tenemos la seguridad para dejar de preguntarnos si esto le puede interesar a alguien. ¿Sabes cuántas veces nos preguntamos si a alguien le podría interesar esta película? Demasiadas.

Heidi: Si le hubiéramos hecho caso a esa pregunta, no hubiéramos terminado de hacer la película, pero el deseo y la perseverancia fue mucho mayor. Y esa pregunta no solo nos la hacíamos nosotras, sino que también venía desde afuera: “¿Pero esto a quién le puede interesar?”. Por ejemplo, el tema de la maternidad era un tema que recurrentemente nos decían: “esto no es un tema interesante”. Y nosotras, de cara a mucha gente, decíamos que ese tema no se iba a tocar tanto, para al final exponerlo, porque para nosotras era importante. Luego también nos dimos cuenta de que para el público también lo es. Es un poco lo que decía Patricia, no solamente está la exclusión, sino la autoexclusión. El autocuestionamiento es casi más fuerte. Y queda reflejado en estas dos escenas que no son para nada una exageración, sino uno de los tantos ejemplos que yo como, directora de fotografía, he vivido en mi carrera profesional. E incluso, y esto me da casi vergüenza decirlo, hasta me cuestioné ponerlo, porque me parecía que estaba siendo quejica. Y ahí te das cuenta lo mal que estás. ¡Fíjate que lo pienso y me erizo! Pero ha sido mi vida esto, y estoy contenta de haberme sobrepuesto a ese momento de duda y que haya quedado reflejado, porque pienso que es muy importante para mujeres más jóvenes, que se vean identificadas. Creo que es importante lo que cada cual pueda aportar para que ganen confianza.

Habéis contado con la colaboración de Diana Toucedo para este documental, ¿cómo ha sido trabajar con ella?

Heidi: Diana Toucedo llega por el productor, Daniel Froiz, fue quien la conocía y quiso que fuera parte del proyecto, y fue una decisión, desde nuestro punto de vista, muy acertada.

Patricia: Diana fue muy importante, porque ya teníamos editado mucho y necesitábamos alguien que mirara la película desde afuera para poder integrar todo eso en una película. Llegó para aportar esa mirada externa que hacía falta, necesitábamos a alguien que pusiera algo de objetividad sobre este material, porque para mí o Heidi era muy difícil cortar cosas. Ella entendió muy rápido la película, se compenetró con nosotras muy rápido, porque tampoco la conocíamos y esto también es importante. Si fuese un amigo hubiera estado más involucrado con la historia. Ella no era cubana, no había emigrado, y podía verlo desde una posición muy diferente a nosotras.

Para ir terminando os planteo la misma pregunta con la que vosotras acabáis el documental: ¿Cuándo fue la última vez que hicisteis lo que queréis hacer? ¿Ha sido con este documental?

Heidi: Yo creo que la vida se trata de intentar, lo más que se pueda, seguir esas coordenadas para conseguir hacer lo que te inspira y lo que tus sueños dicen. Pero pienso que para nosotras, hacer A media voz fue tremendamente liberador y empoderador. Fue un proceso largo, y todo ese proceso nos lleva a tener cada vez más claro cuáles son nuestros deseos y luchar por ellos.

Patricia: Yo diría que, mientras hacíamos este proceso de intercambiar las cartas, que yo disfruté mucho porque me sentía muy afortunada de poder estar haciendo eso nada más, íbamos teniendo muy claro que eso era lo que verdaderamente queríamos hacer. Mientras hacíamos la propia película íbamos encontrando la respuesta a eso. Y la pregunta salió por la propia experiencia de hacer la película.

Heidi: Es como lo que decíamos antes de que la amistad termina saliendo a flote porque es lo que supura la historia. Y con esa última pregunta igual, que es un proceso que se va concentrando y haciendo cada vez más preciso hasta llegar al punto de que este sea el resumen de la película.

Patricia: La pregunta también hace que se abra el diálogo y que no sea solamente entre nosotras, sino abrirlo al espectador e invitarlo a que también viva esa experiencia, porque siempre se está a tiempo de retomar las riendas de la vida.

¿Y andáis ahora en algún proyecto?  

Acabamos de crear una productora juntas, Free100Media con otros tres realizadores cubanos afincados en España: Carlos Quintela, Yimit Ramírez y Sergio F. Borrás. Tenemos varios proyectos en fase de desarrollo y como cada uno de nosotros, además de realizadores ejercemos un oficio técnico (dirección de foto, sonido directo, producción, diseño de sonido, consultoría de guion, montaje, diseño o efectos especiales), nuestra idea es que todos colaboremos en los proyectos de los otros miembros de la productora para así apoyarnos para sacarlos adelante. Uno de los proyectos que tenemos entre manos, Lo invisible, recientemente recibió el apoyo de Go Cuba (World Cinema Amsterdam) y La extranjera acaba de ser seleccionado para participar en la Residencia de escritura de la Academia de Cine de España.